La aerolínea, por su parte, se ha reafirmado en que no tenía constancia de fallos detectados en el fuselaje como los que se revelaron en un pasado informe recogido por la cadena británica BBC.

El examen, realizado el pasado mes de marzo en el aeropuerto australiano de Avalon, reveló "serios problemas de corrosión" en el aparato, un Boeing 747-438 de 17 años de antigüedad.

Expertos en aviación declararon que esta corrosión podría haber sido el factor que abrió el boquete de 2,5 metros de diámetro en el fuselaje del avión. Los pasajeros, que viajaban desde Hong Kong de camino a Melbourne (Australia), declararon haber escuchado una fuerte explosión en pleno vuelo, momento en el que parte del fuselaje se desprendió del aparato, causando la rápida descompresión del mismo y el pánico momentáneo.

Otras posibles causas achacan el incidente a un "daño externo accidental en tierra" o bien a una pieza suelta en el interior del avión, que golpeó el fuselaje en un momento determinado. Por su parte, un portavoz de Qantas confirmó que el avión había sido objeto de la revisión mencionada, pero informó de que "no fue detectado nada fuera de lo normal durante estos examenes".

"El avión había sido sometido a un chequeo 'D' --el tipo de revisión más exhaustiva-- en 2004 en las instalaciones de Qantas en Sídney, y a dos revisiones 'C' --estándar-- en 2006 y 2008", añadió el portavoz.