El hecho ocurrió en la ciudad bonaerense de Campana, a unos 120 kilómetros al norte de la capital argentina, cuando tres delincuentes ingresaron en un supermercado chino con el objetivo de robar.

Agentes policiales advirtieron el episodio, cercaron el supermercado e intercambiaron disparos con los ladrones, uno de los cuales hirió en una pierna a un uniformado.

Los asaltantes se refugiaron en el interior del supermercado, donde entre clientes y empleados había unas 24 personas, y exigieron en principio la presencia de un fiscal para entregarse, aunque luego endurecieron su posición al pedir chalecos anti-balas y un automóvil para fugarse.

Como contrapartida, los delincuentes liberaron a una mujer y a dos niños.

Después de varias horas de negociaciones con un experto de un grupo especial de la policía, los ladrones se entregaron y dejaron en libertad al resto de los rehenes.