Ulrich Schulz no se escondió en Portugal. En las dos décadas que han pasado desde que trasladó su secta, con la mayoría de sus acólitos a la quinta próxima a Vilanova de Cerveira, se convirtió en un benefactor de la comunidad que le acogía. Regaló camiones de bomberos, contrató a numerosos vecinos y donó la estatua de un ciervo, símbolo del municipio, que todavía puede verse en las inmediaciones del Ayuntamiento.

Su mecenazgo tuvo recompensa: el Ayuntamiento le condecoró con la Medalla al Mérito de Vilanova de Cerveira. El alcalde de la localidad explicaba ayer que la decisión se adoptó por unanimidad de la corporación y expuso que ni imaginaban que pudiese ser acusado de pedofilia. Ahora no sabe si el ciervo donado por el presunto pederasta se mantendrá en su ubicación.

La noticia de que el mecenas del pueblo está considerado por la Policía alemana un peligroso delincuente, ya que al menos en los abusos de cinco de los niños habría habido "gran violencia", se conoció hace un año por los medios de comunicación españoles. Los vecinos optaron entonces por guardar silencio. No se lo creían. "Nuestros hijos jugaban con los suyos, ayudaba a los necesitados, parecía una buena persona", aducen tras su detención. A nadie le extrañó la cantidad de niños que se movían en la quinta de San José, que alberga varios edificios, cuadras de caballos, frutales y varias caravanas conde se hospedan miembros de la secta que van y vienen.

A los vecinos les impresionaba más el dinero que tenía y los numerosos contratos de trabajo a la gente del lugar. Shanti posee, además de la quinta, una gran mansión enfrente de estilo barroco y varias fincas más. El dinero saldría de su productora, Scorpio Music, y de la venta a 18 euros de sus discos en la red.