Una versión que se cayó en apenas unos minutos. Tres víctimas que declararon ayer en el juicio contra la coruñesa Remedios S.S., acusada de asesinar a tres ancianas e intentar matar a otras seis en Barcelona, no dudaron en señalar a la procesada como la autora de los ataques y desmontaron así la declaración que acababa de realizar la imputada, natural de Boimorto, que incriminó a otra mujer no identificada llamada Mary a la que supuestamente alquiló una habitación y a la que ayudaba asistiendo a personas mayores en sus domicilios.

En la primera jornada del juicio, que se celebra en la Audiencia de Barcelona, se pudo escuchar por primera vez la versión de la acusada, ya que nunca antes había hablado desde que fue arrestada en 2006. "Sería incapaz de hacer algo así", destacó la presunta asesina en serie, para quien el fiscal pide penas que suman 172 años de cárcel por tres delitos de asesinato, seis de intento de asesinato y siete de robo que tuvieron lugar entre el 10 de junio y el 3 de julio de 2006.

Remedios reconoció que estuvo en el domicilio de las víctimas, pero siempre junto a Mary, a la que describió como de estatura mediana, constitución fuerte y pelo corto y de color caoba, una imagen parecida a la que presentaba la acusada cuando fue detenida, a diferencia de la que ofrecía ayer, mucho más delgada y con el pelo largo y negro.

El juicio continuó con la declaración de los testigos, que desmontaron la versión de esta coruñesa. Varias personas que se encontraron con ella no dudaron en reconocerla como la mujer que acompañaba a las víctimas, pese a los cambios físicos. "Está más delgada, con el pelo más largo, pero esos ojos son el alma. Lo siento, es ella", sentenció el vecino de una de las ancianas agredidas.

Los relatos de las víctimas fueron escalofriantes. La tarde del 18 de junio de 2006, Rosa R., de 82 años, entró en el edificio donde vivía seguida de la acusada, que se hizo pasar por la novia de un vecino y empezaron a hablar hasta que Remedios, con una mano vendada, le pidió una tirita. "No debí habérsela dado", lamentó la anciana, ya que cuando entraron en el piso, la derribó y empezó a pegarla sin mediar palabra hasta que se desvaneció.

El 24 de junio, Remedios utilizó el mismo sistema para entrar en el inmueble de Pilar S., de 83 años. Haciéndose pasar por una vecina, la procesada le explicó que se había producido un escape de gas y que su piso era el único que no habían revisado, por lo que la anciana la dejó entrar. "Llevaba una toalla y me la puso en el cuello. Puse la mano para defenderme pero no pude hacer nada y caí al suelo sin sentido", relató esta mujer.

Montserrat F., de 85 años, explicó que el 3 de julio Remedios entró con ella en el inmueble donde vivía y subieron juntas en el ascensor. Eso, según la Fiscalía, permitió a la acusada averiguar donde vivía la anciana. Instantes después, cuando ya estaba en casa, Montserrat abrió la puerta de su domicilio porque Remedios estaba llamando al timbre. Esta le explicó que llevaba un paquete -una bolsa blanca- para una vecina, pero no se encontraba en casa, por lo que le pidió ir al baño y la anciana se sentó a esperar en el recibidor.

"No la vi pasar", se lamentó Montserrat, quien despertó tumbada en medio del pasillo ensangrentada y con una toalla en el cuello que pudo aflojar para llamar a continuación a emergencias mediante un dispositivo de teleasistencia.

Algunos de estos testigos también reconocieron como suyas algunas joyas que fueron incautadas a esta coruñesa.