Lo que acaban de vivir los seis tripulantes del Tuly, un palangrero con base en A Guarda que iba camino ayer de aguas de Cabo Verde para faenar, es un pequeño gran milagro que, afortunadamente, podrán contar cuando vuelvan a sus casas. El barco se hundió a primera hora de la mañana a 240 millas de la isla canaria de El Hierro por una vía de agua. Los marineros, cinco gallegos y un peruano, reaccionaron a tiempo. Echaron mano de los dos botes salvavidas que tenían a bordo y se tiraron al mar, cargados con una radiobaliza, botes de humo para señales y una radio portátil VHF para dar detalles de su posición tras lanzar una señal de alarma a Salvamento Marítimo. Todos están están sanos y salvos. Con un gran susto en el cuerpo, eso sí, del que tardarán un tiempo en recuperarse.

El aviso de emergencia llegó hasta las dependencias de Salvamento Marítimo en Santa Cruz de Tenerife a las 9.34 horas, horario peninsular. Los pescadores anunciaban su intención de abandonar la embarcación después de detectar la grave vía de agua que se había abierto. Hacia la zona partió un avión del Servicio Aéreo de Rescate (SAR), los buques Esperanza del Mar y Conde de Gondomar y se movilizaron además a todos los barcos que se encontraban cerca del suceso. Los seis tripulantes -Miguel González Pais (el único de A Guarda), Ángel Conde, José Antonio Ares, Alfredo Melín Iglesias, Leonardo Comesaña y José Alberto León, de origen peruano, aunque residente en Vigo desde hace unos seis años- saltaron del Tuly en dos lanchas salvavidas.

Al mediodía, tres horas después de recibir la señal de socorro, el avión de Salvamento Marítimo los localizaba. Aparentemente, todos estaban bien, aunque desde el organismo dependiente del Ministerio de Fomento se resistían a dar detalles sobre el estado de salud de los seis marineros hasta tener contacto directo con ellos. La aeronave se quedó sobrevolando las lanchas, para mantener en todo momento a la vista la situación de la tripulación del palangrero, un buque de 22 metros de eslora, que entró en servicio en julio de 1998 y perteneciente a la Asociación de Espaderos de A Guarda.

La armadora, la empresa viguesa Algupesca, esperaba noticias en Vigo. "Sabemos que están bien, que es lo único que nos importa", aseguraba su presidente, Alejandro José Costas González. La misma sensación se vivía en la Consellería de Pesca y en el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino. Su titular, Elena Espinosa, mandaba desde el Congreso un "mensaje de ánimo" a los marineros y a sus familias.

Sólo un susto

Para facilitar las tareas de rescate y acortar la llegada a tierra de los pescadores, Salvamento Marítimo decidió finalmente enviar un helicóptero para realizar la evacuación. A las cuatro de la tarde, los seis ocupantes del Tuly estaban ya en el aparato tras una evacuación "rápida", donde recibieron el primer reconocimiento médico, camino del aeropuerto de Gando, en la isla de Gran Canaria. Su buen estado de salud les permitió bajar del helicóptero por su propio pie. No tenían muchas ganas de hablar. Por cansancio. Y por estar todavía "muy asustados" después de la pesadilla vivida. "Fue todo muy rápido", comentan. "Escuchamos un pequeño golpe y al rato apareció la vía de agua", dice Melín. "El barco tardó un poquito en irse abajo". Dicen que no pasaron miedo y todas son buenas palabras para la operación de rescate montada por Salvamento Marítimo. "Están bien -confirmaba Alejandro José Costas, después de hablar con los miembros de la tripulación-. Evidentemente, asustados, alguno con dolor de cabeza". Hoy mismo podrían estar de vuelta en casa.

Desde la coordinación del Servicio del SAR alaban el gesto de los marineros de llevarse consigo tantos elementos de seguridad. Por eso la odisea tuvo un final feliz. Los radioeléctricos, sin embargo, ponen algunas pegas. El Tuly, aseguran, no figura en la base de datos del Sistema Mundial de Socorro, que permite evitar problemas en la interpretación de señales de alarma y reducir al máximo posible los tiempos en el rescate. Lo que tampoco significa que el palangrero no esté registrado. El problema, según el experto radioeléctrico gallego Antón Salgado, es que, tal y como apunta un reciente informe de la Organización Marítima Internacional, la base de datos en España "no se está actualizando ni en tiempo ni en forma".