Unas tres semanas. Éste es el espacio de tiempo que, según la fiscal, estuvieron sin comer el niño de dos años que falleció de hambre en Ponteareas en septiembre de 2006 y su hermana de tres, a quien los médicos lograron salvar la vida tras llegar deshidratada y desnutrida en el centro de salud de esta localidad. El menor falleció a causa de una parada cardiorespiratoria provocada por una "gravísima y evidente desnutrición crónica de meses de evolución".

Los padres, José Antonio C.G. y Felisa B.B., se sentarán el miércoles y el viernes de la semana próxima en el banquillo de la Audiencia Provincial de Pontevedra acusados de dos delitos de homicidio, uno de ellos en grado de tentativa. Como ya adelantó FARO en febrero, la fiscal pide una pena de 23 años de cárcel para cada uno. Ambos están en prisión desde los hechos.

Según el escrito de acusación de Fiscalía, José Antonio y Felisa iniciaron una relación en 2002 tras conocerse a través de un "chat" telefónico. Un año después, en mayo, nacía su primera hija y en junio de 2004 la acusada daba a luz al niño. Tras una breve estancia en Pamplona, de donde ella es originaria, la pareja se trasladó a Galicia. El padre trabajaba en una cantera de Fornelos y, según la fiscal, la atención que recibían los niños era de relativa normalidad. "Aunque con ciertas carencias de higiene", señala, los niños se alimentaban de manera correcta, ya que, en la última revisión pediátrica del menor, éste tenía valores de peso y crecimiento normales.

Señala la acusación pública que los problemas entre la pareja habían empezado desde el nacimiento del pequeño, pero se agravaron a finales de 2005 tras el despido del padre. Asegura que éste "se ausentaba a menudo" de su domicilio durante "días y noches". Añade que José Antonio "se encargaba de llevarles comida a Felisa y a los niños, pero cada vez iba menos por la casa, llevaba menos comida y no le dejaba dinero para la compra".

Los hechos que terminaron en el trágico desenlace se desencadenaron a partir del 1 de septiembre de 2006, cuando el acusado se marchó a Xinzo para trabajar como jornalero. "Ese día les llevó bocadillos para tres o cuatro días y, con absoluto desprecio hacia la vida de sus hijos, ya que conocía el estado en el que se encontraban, no volvió a preocuparse por ellos, ni avisó a ningún familiar de la situación". Añade la fiscal que el procesado "era consciente de que, si él no llevaba comida a sus hijos, Felisa no les daría de comer, puesto que así lo venía haciendo y porque ella ya se lo había manifestado alguna vez". Considera que el acusado sabía de la situación de los niños. Ante "la actitud de la madre hacia ellos, la carencia de alimentos y dinero, era evidente que los niños se morirían de hambre" dice el Ministerio Público. Pese a ello, resalta que "no volvió a llamar ni a preocuparse por ellos hasta que le comunicaron la muerte de su hijo por desnutrición" y el ingreso de su hija por lo mismo. La pequeña, para la que se pide una indemnización de 68.000 euros, podría sufrir secuelas como retraso intelectual.

Señala el fiscal que, cuando se marchó José Antonio, aquel 1 de septiembre, la madre "dejó de alimentar a sus hijos no dándoles comida ni agua, con pleno conocimiento de que les causaría la muerte". Pese a la situación en la que se encontraba, destaca que no pidió ayuda. Durante esas tres semanas la mujer "salía sola de casa por la noche e iba a coger fruta y algo de comida de los cubos de basura que consumía ella para sí". Supuestamente, ocultaba a los niños. El pequeño, cuando falleció, pesaba ocho kilos y 200 gramos.