Todo transcurrió en sólo un cuarto de hora. Pero fueron los 15 minutos más largos y terribles de sus vidas. Una banda sudamericana armada con pistolas asaltó la madrugada del pasado jueves a una familia viguesa que dormía en su vivienda al confundir esta casa con la de un narcotraficante al que buscaban en la zona. Cuatro individuos con sus rostros cubiertos abordaron al matrimonio y a sus dos jóvenes hijos en sus respectivos dormitorios y, pese a que pronto se dieron cuenta de su error, decidieron saquearlos y se hicieron con un botín de más de 1.300 euros, joyas y otros objetos de valor. Los delincuentes se fugaron, no sin antes maniatar a dos de los integrantes de esta familia, que ahora intentan recuperarse del mayor susto de sus vidas mientras la Policía Nacional investiga los hechos: "Estamos derrotados; lo que nos ha pasado ha sido tremendo".

Todo ocurrió en una casa de tres plantas ubicada en San Miguel de Oia, en Senra de Abaixo, donde el matrimonio, de 50 y 52 años, y sus dos hijos, una chica de 21 y un joven de 25, dormían en sus dormitorios. La pesadilla comenzaba a las tres y veinte de la madrugada: uno de los integrantes de la banda logró introducirse en la casa metiéndose por una pequeña ventana del baño -de sólo 40 centímetros de alto- y, una vez dentro, le abrió la puerta principal a sus tres compinches. Todos eran altos, de complexión fuerte, vestían de oscuro y llevaban sus caras tapadas, dos de ellos con pasamontañas.

Lo primero que hicieron fue irrumpir en la habitación del matrimonio. "Encendieron la luz de la habitación y dos individuos nos encañonaron con sendas pistolas a mí y a mi mujer. Tras decirme `Tranquilo y callese´, nos cubrieron la cara con las mantas", relataba ayer conmocionado A.F.G., el cabeza de familia. "Venimos a por dinero; usted es Rafael", le gritaron. Inmediatamente le contestó que no era ese hombre, le dijo su nombre verdadero, y los delincuentes se dieron cuenta en ese momento de que se habían confundido de casa.

"Cuando vieron que se habían equivocado me pidieron disculpas, me ofrecieron agua, hablaban entre ellos...", prosigue este vigués. Pero aquello no había terminado. El matrimonio, al que no le dejaron sacar las mantas de encima sus cabezas en ningún momento, asistió impotente a como empezaron a saquear el dormitorio. "Yo hablaba con ellos: les decía que era un trabajador, que me estaban arruinando. Y ellos me pedían perdón, me decían que estuviese tranquilo pero que una vez en la casa no se iban a ir de vacío", cuenta. En todo momento prometieron no herirlos. "Tranquilo, vamos a respetar a su familia", le aseguraron.

Mientras dos integrantes de la banda permanecían armados en el dormitorio de esta pareja, otros dos irrumpieron en el de su hija de 21 años. Tras despertarla, según consta en la denuncia presentada en la comisaría viguesa, le pidieron que estuviese "quieta" y "calladita" y le preguntaron como se llamaba su padre y si tenían caja fuerte en la casa. Comos sus compañeros, revolvieron ésta y otra estancia de la casa para seguir engordando el botín. A la joven la llevaron a la habitación de sus padres y le permitieron estar en la cama con ellos.

Y finalmente acudieron al dormitorio del hijo. A él también le interrogaron sobre el nombre de su padre, le revolvieron su habitación y lo ataron de pies y manos con unas bridas amenazándolo, en este caso, con un cuchillo jamonero que habían cogido en la cocina de la vivienda. Este joven, que era el único que dormía en el tercer piso, confesaba ayer que fueron los quince "peores" minutos de sus vidas. "Me desperté de un sobresalto porque escuché a mi madre gritar; y entraron en mi habitación", rememoró.

Línea de teléfono

Los individuos también ataron al padre y cortaron la línea de teléfono. Y en ese momento un familiar del matrimonio que reside en la casa de enfrente llegó con su coche. Este ruido y las luces alertaron a la banda. "Peligro, peligro: llega gente", les escucharon gritar. Y a continuación huyeron. El cabeza de familia desató sus manos, corrió a ver cómo se encontraba su hijo y, esa misma madrugada, denunció los hechos.

Varias patrullas de la Policía Nacional se trasladaron a la casa, a la que también acudieron agentes de la Policía Científica y del resto de los departamentos que se han hecho cargo de la investigación de este caso.

De la casa, además de más de 1.300 euros, se llevaron numerosas joyas de oro (sortijas, cadenas, pulseras, gargantillas, alianzas, pendientes...), teléfonos móviles, cuatro relojes, una cámara de fotografía digital, otra de video, un MP3, la cartera del padre con tarjetas y documentación personal y hasta unos tenis. "Ojalá recuperara las joyas; muchas son de mi suegra, de sus antepasados, y tienen gran valor sentimental", se lamentaba ayer este vigués que, igual que el resto de su familia, desde esa madrugada apenas ha podido pegar ojo.