Soy totalmente inocente, no soy esa clase de persona. Salvé a mis hijas de dos guerras en Liberia y en Sierra Leona para que ahora me pase esto". "Luché por ellas para poder traerlas aquí, buscándoles un futuro mejor y escapando de la situación que se vive en estos países y que todos los días vemos en la televisión". Estas expresiones son parte del alegato final que realizó ante el juez pontevedrés Unisa Mansaray, el ciudadano africano acusado de agredir sexualmente y maltratar a sus dos hijas y para quien el fiscal solicita 476 años de prisión.

El juicio contra este sierraleonés quedó ayer visto para sentencia. La Fiscalía considera probado que el acusado obligó a mantener relaciones a la mayor de sus hijas en su domicilio de Marín con una frecuencia de dos veces al mes entre junio de 2002 y septiembre de 2003 y que al menos agredió sexualmente a la menor en otra ocasión. La defensa insiste en que las pequeñas "mienten" e incluso señala un móvil que llevaría a las niñas a presentar esta denuncia falsa: el "resentimiento".

Según el abogado de Mansaray, las niñas habrían actuado así ante el "estricto y disciplinado" régimen en el que las obligaba a vivir su padre. Aseguró en el juicio que éstas sabían de la intención de la ex compañera del acusado de adoptarlas, mientras que su padre "daba largas" a esta posibilidad. Cree el letrado que las niñas habrían optado por mentir para que fueran adoptadas por esta mujer y así obtener más libertad. El propio acusado atribuyó esta denuncia "a la venganza de esta mujer".

La defensa considera que las víctimas incurren en contradicciones. No piensa lo mismo el fiscal. Además de calificar como "contundentes" las declaraciones de las víctimas, asegura que las pruebas psicológicas realizadas por los peritos a las dos adolescentes refuerzan esta versión.

Así, los peritos que declararon ayer explicaron que el relato que realizan las dos niñas "cuenta con una alta verosimilitud". Asimismo, aseguraron que las secuelas que padecen son las "prototípicas" de las víctimas de una agresión sexual de este tipo.

En cuanto al acusado, los psicólogos le atribuyeron un perfil de "persona normal sin ningún tipo de patología que pudiera alterar sus facultades mentales". Dijeron que esta supuesta normalidad no implica que no pudiera ser el autor de los hechos.

Intentos de suicidio

También comparecieron los médicos forenses que examinaron a las víctimas. La exploración a las dos niñas permitió detectar que la mayor, la que supuestamente sufrió las reiteradas violaciones, tenía el himen roto, por lo que había mantenido relaciones sexuales. No era así en el caso de la menor, que habría padecido una única agresión. Tenía el himen íntegro, lo que sería "incompatible" con algunos hechos denunciados. No obstante, este hecho sería posible tras una penetración no completa.

Las secuelas de las menores son intentos de suicidios y vuelta a la infancia, a juicio del fiscal. Una intentó cortarse con unas tijeras en el cuello y la otra se subió a la ventana de un tercer piso con la idea de tirarse. La defensa, que pide la absolución y, de forma subsidiaria, penas de 10 años de prisión, se confiesa sorprendida porque las niñas solicitasen volver a ver a su padre y hayan contactado con él.