Dos personas que practicaban senderismo, encontraron ayer en Muíños -un pueblo abandonado de Barbadás, con casas que permanecen en ruinas-, el cadáver de una mujer joven. A pesar de que su identidad estaba todavía por confirmar al cierre de esta edición, fuentes oficiales indican que "todo apunta a que se trata de los restos mortales de Nerea Añel", una ourensana de 27 años que había desaparecido a principios de año.

Su madre, Belén Vázquez, recurrió recientemente a los medios de comunicación para pedir que no se olvidara su caso. No consiguió verla más desde el día de Reyes, por lo que alertaba de que "algo malo le había sucedido".

En su primera fase, la investigación incluyó rastreos con perros y drones en las inmediaciones del barrio de Covadonga y de un motel de Barbadás, así como vigilancias y entrevistas en los lugares que la chica frecuentaba y donde fue vista por última vez. Los carteles con su fotografía se difundieron en diversas ocasiones en las redes sociales -incluido el perfil oficial de la Policía-, en los medios y también en numerosos establecimientos y lugares públicos de la capital. La familia apelaba a la colaboración ciudadana, destacando que Nerea Añel medía 1,70, tenía pelo castaño, ojos verdes y una complexión delgada, así como tatuajes en los brazos.

"Mi hija llevaba últimamente unos dos años en un mundo que no era bueno y yo no conozco ese tipo de amistades. Esa clase de gente se calla la boca pero no pudo desaparecer de la noche a la mañana. Mi impresión es que a mi hija la engañaron y se la llevaron, y a lo mejor ahora tiene miedo. O eso o está muerta", indicaba la madre en declaraciones a este diario, en su último intento por encontrarla.