"Tenemos que ser responsables de nuestra propia evolución", aseveró el prestigioso arqueólogo y paleontólogo Eudald Carbonell, director general de la Fundación Atapuerca, que hizo ayer en Club FARO una "reflexión en voz alta" sobre lo que le espera al ser humano como especie.

"Hace 30.000 años había cinco especies humanas y ahora solo queda una que somos nosotros", recordó el arqueólogo, que al respecto precisó que en las excavaciones de Atapuerca (Burgos) se han hallado ya todas ellas y que ahora el futuro del valioso yacimiento pasa por dar nombre a la última -"los padres de los neandertales"- encontrada en la Sima de los Huesos y, sobre todo, elaborar un mapa genético para arrojar luz sobre la evolución. "Nuestro país es una potencia en investigación humana", resaltó el que es uno de los precursores de que así sea.

La reflexión "en voz alta" de Carbonell sobre el futuro de la raza humana, que ha materializado en el libro "Elogio del futuro. Manifiesto por una conciencia crítica de especie" (Arpa), es optimista pero no está exenta de dramatismo. "La revolución científico tecnológica llevará a un colapso en poco tiempo que provocará 1.000 ó 1.500 millones de muertos", explicó el arqueólogo, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997. Un anticipo fueron las consecuencias, a través de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, de la Revolución Industrial, con 50 millones de muertos en las batallas y otros 200 millones por sus consecuencias, lo que supuso entre un 10 y un 15 por ciento de la especie, recordó. "La tecnología no es la que crea las desigualdades, es la humanidad la que lo hace", advirtió.

Según manifestó, la humanidad se encuentra en un "momento de consumo exponencial de todo, tanto de conocimiento como de materias primeras en Occidente y Oriente, donde gastamos cada día entre 130 y 200 litros de agua por persona", indicó. "Y millones de barriles de petróleo", añadió. "Si la flota que trae las materias primeras se para dos meses, el mundo entraría en pérdida y manifestaciones como el canibalismo o las muertes serían rapidísimas por lo que hay que pensar muy mucho sobre las decisiones que debemos tomar", subrayó.

Ese consumo lleva inexorablemente, prosiguió, "a un colapso" que, a su juicio, ya está comenzando. "Cuando hay un crecimiento exponencial se produce un fenómeno que se llama los suelos de cristal, en el que estamos ahora. No lo vemos porque estamos en el vórtice del huracán", aseveró.

Carbonell no precisó el tiempo en el que se prevé que se produzca esa "catarsis" -"que no es una extinción"- ni tampoco cómo será pero sí se mostró convencido de que habrá guerras nucleares porque "todas las herramientas que hemos creado siempre las hemos usado".

"Ahora mismo vivimos una aceleración histórica inconmensurable y que sepamos los arqueólogos, que somos los que estudiamos la historia, no ha ocurrido nunca que en tan poco tiempo las cosas puedan cambiar y hayan cambiado tanto. Y esta es la cuestión fundamental", precisó. "Los cambios pasan tan rápido que un fenómeno que no conocemos puede cambiar las relaciones de la humanidad, como por ejemplo el teléfono móvil", manifestó.

Al respecto, puso como ejemplo que si un habitante de la civilización romana regresase a comienzos del siglo XX no encontraría grandes diferencias. "Pero nosotros, si volvemos dentro de cien años, aún sabiendo lo que está ocurriendo, no entenderíamos prácticamente nada", aseveró. "Por eso pienso que si hay una catarsis será muy rápida, muy cruenta, pero durará muy poco tiempo, porque está todo acelerado, lo que antes pasaba en diez años ahora pasa en un minuto", subrayó.

Para analizar la situación actual y la vigencia de la especie en el futuro, explicó Carbonell, se realizan cada cuatro años reuniones a nivel global en las que participan expertos que, aseveró, han coincidido en que "el primer paso es pasar de la sociedad del conocimiento actual a una sociedad del pensamiento". "Hemos incluso monitorizado el planeta y eso está bien porque sin información no podemos tomar decisiones", afirmó. El paso siguiente será, dijo, "convertir nuestra conciencia en una conciencia operativa para organizarnos".

Otro de los pasos será, añadió, "integrar la diversidad porque estamos vivos porque somos diversos". Lo contrario, insistió, llevaría al "desastre".

"No soy una persona creyente pero sí tengo esperanza de que se puedan hacer reflexiones profundas", dijo para acto seguido añadir que "yo pienso muchas veces como antropólogo que peor no puede ir, la verdad es que no estamos para tirar cohetes en ningún sitio", reflexionó.