Cuando aceptó participar en la serie de Netflix "Wild Wild Country", la que fue secretaria del gurú indio Osho, Ma Anand Sheela, no esperaba erigirse en protagonista, y mucho menos en celebridad: "Me informan de que me he convertido en icono feminista, y eso es casi mejor que ser su secretaria", comenta ahora con ironía.

Aunque bromea al respecto, es el controvertido relato de Sheela y no las apariciones de su jefe y líder espiritual lo que captó la atención de los seguidores de la serie en todo el mundo, como demuestra que el auditorio del festival Primera Persona en Barcelona se llenara el viernes para escucharla.

De apariencia afable y casi frágil, debido a su pequeña estatura y avanzada edad, se hace difícil pensar que esta mujer fue, en su momento, acusada de múltiples intentos de asesinato y de un ataque bioterrorista -infectando varios restaurantes con salmonela-, crímenes que su interlocutor en el escenario se encarga de recordar: "iba a hacer un chiste sobre cómo mejor no me bebo este agua, porque estás sentada a mi lado".

A pesar de que la historia de Osho y Sheela y su proyecto de comunidad espiritual no tuvo un final feliz -ambos fueron condenados por varios crímenes-, aún viste ropas de color anaranjado, tal como lo hicieron los miles de "rajnishes" o "sanniasins" que durante la década de los 80 habitaron el Rajneeshpuram, la comuna de Oregón (Estados Unidos) dedicada al culto a Osho, también llamado Bhagwan Shree Rajneesh.

Más conocido por el primer término, el carismático y controvertido líder indio renunció a ser llamado "Bhagwan" tras los crímenes con los que fue relacionada la comunidad espiritual que dirigió en el corazón de Norteamérica. "Yo sólo conocí a Bhagwan, no a Osho", explica Sheela, que tuvo que abandonar el Rajneeshpuram cuando peligró su "integridad física" tras ser acusada por el mismo líder de haber intentado matar a su médico personal.

Ella no oculta que el hombre al que tanto amó, y al que asegura aún amar hoy en día, llegó a amenazar contra su vida, pero achaca esta circunstancia a la polémica que trastornó su liderazgo.

"Todo el mundo en la comunidad quería mi posición, porque era la más cercana al Bhagwan, y todos estaban un poco celosos de mí". Por eso, a su parecer, fue fácil para el líder "sembrar la duda" sobre ella, y para los sanniasins "aceptar estas acusaciones".

No guarda rencor hacia el Bhagwan por sus acusaciones, de las que dice que no la "convierten en criminal", y no duda en increpar a su entrevistador y al público: "Fui acusada de crímenes atroces y ya cumplí una condena, por eso ahora os pido a todos que me dejéis en paz".

Sheela aún habla con evidente devoción sobre el que fue su líder, para el que trabajó "por amor" y a cambio de ningún salario, y bromea que convertirse en su secretaria personal y ser su mano derecha durante años fue "como ganar un premio gordo", comparación que provoca risas entre el público.

Ahora, a los 70 años, vive en Suiza, donde trabaja en un centro cuidando de enfermos de demencia.

Sheela preguntó al público "¿por qué os fascino?, ¿por qué me odiáis?". Tras la polémica que envolvió su vida y los crímenes de los que fue acusada, quizás es el eterno "positivismo" y la inamovible fe en sus convicciones y en Osho lo que hace de ella un personaje tan singular.