La indómita naturaleza y el peso de la religión han marcado profundamente la percepción del entorno de los gallegos. Así, la nuestra es una cultura en la que la relación con el más allá se plasma tanto en las leyendas populares y en los nombres con los que se denominan miles de lugares. La rica y extensa toponimia gallega bautiza cada lugar con algún detalle geográfico característico, la actividad que los define o la sensación que genera. Además de la descripción objetiva de las vaguadas, zonas llanas, marismas, montañas€ las creencias espirituales también tienen su lugar.

En Galicia existen, al menos, 43 "infernos", así llamados por el temor que estos enclaves infundían en sus lugareños. Cuatro de ellos están en Vigo. Sin embargo, pese a lo pavoroso de su nombre, estos avernos suelen ser lugares de una belleza excepcional, de una naturaleza abrupta aún no sometida por el hombre. Y frente al fuego eterno, estos lugares suelen estar vinculados al agua, en muchos casos termal.

De todos ellos, quizá el más conocido sea el "Buraco do inferno", en Ons. Esta sima de 43 metros de profundidad es un paraje de lo más imponente y punto de visita obligada una vez que se desembarca en la isla. La fuerza del mar causó el desplome de unas galerías, dando lugar a este escalofriante pozo.

El estruendo del fuerte oleaje de la rompiente oeste de Ons se ve amplificado por este altavoz natural, lo que ha dado lugar a la leyenda de que en la sima se oyen los lamentos de almas penitentes que ansían descansar en paz.

En Crecente, en el lugar de Vilar, el "Pozo do Inferno" es más visible ahora. En febrero finalizó la colocación de un mirador y unas escaleras de madera que permiten admirar de forma segura las cascadas y pozas del río Ribadil en su discurrir hacia el Miño, cuya margen gallega cuenta con la distinción de lugar de importancia comunitaria (LIC).

Las escaleras y el nuevo mirador del Ribadil. // G. Porto

La caída de los ríos, por su rugido, da lugar a distintos "infernos" en las cuatro provincias. Quizá la anécdota más evocadora proceda de otro pozo, excavado por el río Casón en Ortigueira. El historiador Ramón Bascoy decidió llamarle así al creer ver esculpido en unas rocas un cancerbero guardando el acceso al averno. Sin embargo, este paisaje dista mucho de ser aterrador.

En Vigo, el portal de toponimia de la Xunta registra cuatro puntos que aluden al fuego eterno. Dos de ellos, la ensenda de la "Cova do Inferno" y la "Furna do Inferno" se hallan en la cara oeste de la isla de Monte Faro. Allí el bravo Atlántico bate contra los acantilados profiriendo fuertes alaridos, especialmente en los momentos de temporal.

Las otras dos referencias se concentran en un único punto, en las inmediaciones del Hospital Álvaro Cunqueiro. Se trata de la zona de "Os infernos" y de la "Fonte dos Infernos". En este caso, el topónimo hace referencia a la presencia de molinos de agua en la zona, ya que la cavidad inferior y abierta donde se sitúa el rodicio (pieza metálica y aspada que rueda al correr el agua y permite la molienda) se denomina "inferno".