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Un trastorno digestivo común entre la población adulta

Los expertos desaconsejan dejar los lácteos aunque se tenga intolerancia a la lactosa

Recuerdan que constituyen la principal fuente de calcio - Entre un 20 y un 40% de españoles tiene insuficiencia de lactasa, enzima que permite la digestión de este carbohidrato de la leche

Uno de cada tres españoles padece malabsorción a la lactosa, es decir, su intestino no procesa ni asimila bien la lactosa, mientras que entre un 20 y un 40 por ciento padece intolerancia, es decir, presenta molestias originadas por esta malabsoción de la lactosa, según la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD). Ambos procesos se deben a la producción insuficiente de lactasa, la enzima que hidroliza las moléculas de la lactosa -principal carbohidrato presente en todos los tipos de leche, incluida la materna-, para que puedan absorberse mejor en el intestino. Los principales síntomas de la intolerancia a la lactosa son dolor e hinchazón abdominal, diarrea, gases y náuseas.

"El ser humano no tiene capacidad para absorber directamente la lactosa, sino que necesita romperla en dos hidratos de carbono más sencillos: la glucosa y la galactosa. Y para romper la lactosa en estos dos hidratos más sencillos que sí tenemos capacidad de absorción tenemos una enzima en el intestino que se llama lactasa. Como la alimentación inicial del ser humano, como la de todos los mamíferos, es la leche materna, estamos diseñados genéticamente para producir esta enzima durante la etapa infantil. Pasada esta, dicha capacidad se va perdiendo", explica el doctor Alberto Fernández Villaverde, del servicio de Aparato Digestivo del centro Povisa de Vigo.

Según el especialista gallego, hay partes del mundo donde el 80 e incluso el 100% de su población adulta es intolerante a la lactosa, como el continente americano, el suroeste asiático, Oriente Medio y la zona sur del Mediterráneo. Sin embargo, una modificación genética ha permitido que los humanos adultos mantengan la capacidad de producir lactosa pasada la etapa infantil en algunas zonas del planeta. Es el caso de la Europa caucásica y de algunas partes de la India y África. Según el doctor Fernández Villaverde, cerca de un 30% de la población española no tolera la lactosa, un porcentaje que se dispara hasta el 80% en la población procedente de América Latina.

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En el caso de una insuficiencia de lactasa, la lactosa transita por el intestino delgado y, al alcanzar el colon, es fermentada por las bacterias de la microbiota y se pueden originar síntomas digestivos como la producción de ácidos y gases (hidrógeno, dióxido de carbono y en ocasiones también metano). Existen varios tipos de intolerancia a la lactosa y distintos grados, dependiendo de la capacidad residual para producir lactasa del individuo.

Y no todos los productos lácteos contienen la misma cantidad de lactosa. Por ello, la Sociedad Española de Patología Digestiva recomienda evitar la eliminación completa de lácteos de la dieta, ya que son una fuente importante de calcio y vitamina D, y mantener el consumo de una cantidad que no provoque síntomas de intolerancia. En este sentido, se ha observado que la ingesta de hasta 12 gramos (el equivalente a un vaso de leche) en una dosis única suele ser tolerada sin síntomas y que incluso puede tolerarse una cantidad mayor si esta se distribuye en dosis más pequeñas a lo largo del día. Los especialistas médicos apuestan por ajustar las cantidades de lactosa a los máximos tolerados por cada persona. "No se trata de una alergia, en la que la persona que la padece no puede entrar en contacto con el alergeno, como sería el caso de la alergia a la proteína de la leche de la vaca, por ejemplo", explica el especialista.

Alternativas

Cuando la persona no tolera la cantidad de lactosa que tiene un vaso de leche, puede tomar leche sin lactosa, que mantiene sin embargo las mismas cantidades de calcio y de vitamina D, u optar por productos lácteos con un aporte menor de lactosa, como son el yogur, que solo contiene 5 gramos, y el queso de bola, que no tiene este carbohidrato. En el caso del yogur, los especialistas recuerdan que sus bacterias producen lactasa, lo que facilita la digestión de la lactosa.

Otras fuentes ricas en calcio si no se quiere consumir leche son, según el especialista de Povisa, la ingesta de leches vegetales de soja, almendra y arroz, las almendras, las espinacas y las espinas de pescado.

En caso de que se sospeche que se padece malabsorción o intolerancia a la lactosa, los especialistas recomiendan realizarse pruebas diagnósticas. Una de las más sencillas es el test de aliento de hidrógeno, que consiste en medir la concentración de este gas en el aire exhalado por el paciente tras la administración de la lactosa. Un incremento excesivo en la excreción de hidrógeno en el aliento significa que, efectivamente, hay una malabsorción de la lactosa.

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