El profesor David Calle (Madrid, 1972) tuvo en Vigo su último destino como ingeniero en Telecomunicaciones. Se quedó en paro justo en ese momento. Pero sería el punto de inflexión para encontrar su vocación. Volvió a trabajar en una academia, aunque finalmente montaría la suya. "Descubrí lo que realmente me apasionaba: dar clase. Y no lo cambiaba por ser ingeniero. Así que, lo que parecía una crisis -quedarse en paro con 30 años- en mi caso fue una magnífica oportunidad", reconoce. Ahora el fundador de "Unicoos" compagina su canal de YouTube con dar clases en una academia presencial de Madrid. Conversa con FARO desde su casa, donde graba sus seguidísimos vídeos de resolución de problemas matemáticos y trabaja gran parte del día. Mañana dará una conferencia, con proyección y coloquio en Vigo titulada como su último libro "¿Cuánto pesan las nubes?", en el Club FARO. Será en el Auditorio del centro social Afundación, a las 20.00 horas, que cerrará sus puertas una vez se complete el aforo.

-La conferencia toma su nombre de uno de los curiosos interrogantes del libro pero, ¿cuántos elefantes pesa una nube?

-Es algo muy freak, una de esas cosas que te causan curiosidad y hasta gracia cuando las descubres. En lugar de medir la masa en kilos, como en el sistema internacional, resulta que los meteorólogos han decidido que las nubes se pesan en elefantes. Cada elefante son 6000 kilos (6 toneladas). Y entre todos los títulos con preguntas posibles del libro, la editorial eligió ese. Hay cosas súper divertidas en el mundo de la ciencia. Hay que evidenciar que ser científico 'mola' y a veces incluso se pueden inventar unidades de medida como esta.

-Un simple cúmulo-nimbo, ¿pesa alrededor de cien elefantes?

-Sí. Hay nubes que pesan hasta 200.000 elefantes... la masa depende, al final, del volumen que ocupan, porque tienen una determinada densidad (Densidad=masa/volumen).Y otra cuestión es explicar porque algo que pesa tantísimo no se cae encima de nuestras cabeza.

-¿Quería darle ideas a los profesores con este trabajo?

-Por un lado va dirigido a los docentes, con ideas para "adornar" sus clases, contar anécdotas a sus chicos, o tratar de explicar ciencia de una manera diferente. También para los padres que quieren dar respuesta a sus hijos a esas preguntas difíciles de contestar. Y, sobre todo, a partir de la adolescencia a los que tengan curiosidad científica y les interese saber de qué color es un espejo o por qué hay estaciones.

-El pequeño David Calle siempre salía de ver películas de ciencia ficción haciéndose preguntas, ¿Por qué las naves de Star Wars incumplen las leyes de la física?

-El sonido no se propaga en el espacio. Pero hay muy pocas películas que respeten esa ley; solo "Gravity" o "2001, Odisea en el espacio". Pero a nivel visual en el cine es mucho más chulo cuando hay explosiones en una batalla de naves interestelares. Pues tampoco podría haber explosiones, porque no hay oxígeno en el espacio y? Está bien contarles eso a los chavales.

-¿Usted suspendió alguna vez?

-En la universidad suspendí Física cinco veces seguidas. Siempre lo cuento. Y suspendí varias asignaturas más, que acabé aprobando. Pero en el instituto suspendí la primera evaluación de Matemáticas, en lo que es ahora segundo de Bachiller. Me apunté a una academia porque quería ir a la Universidad y, aunque lo hice sin mucha fe, encontré a un profesor que me hizo trabajar muy duro y pasé de suspender Matemáticas, a sacar un 10 en Selectividad. Quizás por eso entiendo a los alumnos, porque yo también lo he pasado mal y también he sido un poco perezoso. Empatizo con mis alumnos y entiendo sus desmotivaciones. Por eso trato de explicar la ciencia como me gustaría que me la hubiesen enseñado a mí o a mi hija.

-Es partidario de los deberes, pero de forma creativa. ¿Cree que esto tropieza con el sistema tal y como está implantado?

-Sí, en muchos casos. Soy partidario de los deberes, creo que hay que practicar en casa para afianzar conceptos, pero debemos ser más creativos. Por ejemplo, en la forma de hacerlos para intentar que no se conviertan en un suplicio. A veces, niños pequeños llegan a la academia con hojas de 50 divisiones. No le encuentro ningún sentido. En el fondo, lo importante no es enseñarles a dividir o las raíces cuadradas, sino para qué sirven. Mejor que convertirlos en máquinas de calcular es enseñarles a encontrar soluciones diferentes, a ser creativos.

-La robótica va a emplear también puestos cualificados en el futuro. ¿Qué mensaje les traslada a sus alumnos?

-Yo les digo que tienen que estar lo más preparados posible para poder enfrentarse a los cambios. No se trata de acumular muchos conocimientos, sino de tener capacidad para adaptarse a ellos. Decía Darwin una frase preciosa: no es la especie más fuerte la que sobrevive, si no la que mejor se adapta a los cambios. La única forma de adaptarse rápido, aparte de tener los ojos abiertos, es prepararse lo más posible. En cuanto al mundo laboral, tampoco va a ser una hecatombe por causas tecnológicas. Se van a crear montones de puestos de trabajo, pero serán diferentes a los que estamos acostumbrados. El mundo que nos espera está muy basado en la tecnología y habrá muchas oportunidades. Así que los jóvenes tienen dos opciones: ser protagonistas de los avances, o ser espectadores. Les digo que tienen que prepararse para llegar a ser felices y poder elegir el trabajo que quieran o, al menos, tener más opciones. También que trabajen duro, porque la vida no regala nada y esta generación no lo tiene muy interiorizado.

-¿Qué significa STEM?

-Hay que intentar potenciar esas cuatro siglas: en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics, porque las oportunidades laborales del futuro pasan por esas cuatro ramas en muchos casos, pero cada vez hay menos chavales -chicos y chicas-, en Ingeniería. La inteligencia artificial y el Big Data están cambiando la forma en la que el mundo se mueve y los chavales tienen que entender que muchas de las profesiones del futuro pasan por esas cuatro letras. Hay que tratar de potenciarlas para que no se queden por el camino porque un día no entendieron una ecuación. El futuro tiene que ver con casi todo lo que les apasiona: los videojuegos, las redes sociales? Y atrás de eso hay ingenieros, matemáticos. Ellos pueden ser los que creen el nuevo WhatsApp o trabajen en Google el día de mañana.