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El buen periodismo acorrala a Facebook

La rigurosa investigación de "The New York Times" y "The Guardian" ponen a la red social ante la mayor crisis de su historia y refuerzan el papel de unos medios serios e independientes

Algunos la daban por desterrada pero está más presente que nunca. Y peleando como siempre: "la vieja prensa", como la llaman quienes desconfían de los medios que consideran irrenunciable la veracidad, la ética profesional y la independencia, han dado una lección mayúscula de servicio público al destapar el mayor escándalo de filtración de datos personales para uso electoral.

El llamado "caso Cambridge Analytica" -una consultora que se hizo con información de más de 50 millones de perfiles para venderla a otra empresa involucrada en la campaña electoral de Donald Trump- ha llevado al imperio de Facebook a la mayor crisis de su historia. El titán tecnológico de Mark Zuckerberg, últimamente abonado a la petición de disculpas por sus errores, está en la picota por haber hecho posible un agujero negro que engulle la información de sus usuarios para convertirla en combustible para una manipulación global. No hizo nada para prevenir y sus movimientos para taponar la brecha abierta en su muro digital son claramente insuficientes, por no decir paupérrimos.

Si bien una gran parte del escándalo se produjo entre 2013 y 2015, fue a partir de 2016 cuando llegaron los casos más graves, y que pondrían a Facebook en el ojo del huracán por su papel clave en la distribución de contenido electoral decisivo en el referéndum del Brexit en Reino Unido y en las elecciones presidenciales de EE UU ganadas contra muchos pronósticos por Trump.

"El cofundador de Whatsapp llama a borrar las cuentas de Facebook", "¿Cómo proteger tus datos de Facebook?" "¿Cómo darse de baja de Facebook?" Los titulares de los últimos días son harto elocuentes: no solo hay inseguridad por el destino final de nuestros datos, hay miedo por las consecuencias tóxicas que su uso pueden provocar en el cuerpo democrático. El último en apearse de ella es Elon Musk, gurú de las nuevas tecnologías que ha borrado su cuenta personal y las de sus compañías Space X y Tesla.

El gigante tecnológico, golpeado de lleno en su credibilidad, se tambalea además por unas pérdidas multimillonarias en Bolsa: en solo dos jornadas vio, impotente, cómo se iban al garete casi 60.000 millones de dólares de capitalización bursátil. Y se enfrenta al duro trance de responder a las exigencias de aclaraciones por parte de las autoridades políticas. En juego están cantidades exorbitantes de dinero como castigo.

En el universo de Internet las cosas se producen a una velocidad de vértigo. El éxito de hoy puede ser el fracaso de mañana. Ante ese carácter voluble e imprevisible de los negocios, la prensa de prestigio, en este caso encarnada en las cabeceras de "The New York Times" y "The Guardian" propone la misma receta que le ha proporcionado aquello que es la esencia misma del buen periodismo: la confianza de sus lectores. Y esa confianza, que tanto enfurece a quienes gobiernan a "trumpazos" de decreto-tuit, se ha fortalecido con la pormenorizada investigación sobre el papelón de Facebook en ese acceso masivo a la información de cincuenta millones de usuarios. Ambos medios revelaron, además, que la red social había contratado al psicólogo Joseph Chancellor, uno de los dos responsables de la operación. Premio para el caballero.

Al margen de las responsabilidades que deberá asumir Facebook por vía administrativa o penal y de las pérdidas en Bolsa, Facebook se enfrenta a su mayor desafío. Zuckerberg y la directora de operaciones Sheryl Sandberg mantuvieron un elocuente silencio durante horas. El jefe de seguridad de la información, Alex Stamos, abandonó el cargo tras los desacuerdos internos. Un dato esclarecedor que pone los ojos de punta: su equipo, formado en su origen por 120 personas, ha quedado reducido a ¡tres empleados! Un trabajo gigantesco sobre las espaldas de un equipo jibarizado.

Facebook vive sus peores días bajo la atenta vigilancia de "la vieja prensa". Que está más joven que nunca. Apuesten por ella.

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