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Gallegos en la cima

Alejandro Couce Iglesias: "En ciencia, las respuestas no están al final del libro; es el privilegio de esta profesión"

Poseedor de una beca Marie Carie en el Imperial College, estudia la capacidad de adaptación de las bacterias a los cambios ambientales

Alejandro Couce, en Londres.

La resistencia a los antibióticos va en aumento y la OMS advierte que las superbacterias podrían causar diez millones de muertes en el año 2050. Así que la comunidad científica trata de desvelar los mecanismos que favorecen su agresividad e incluso "domesticar" a estos microorganimos para que realicen tareas mucho menos dañinas. Alejandro Couce (Irixoa-A Coruña, 1980) analiza su comportamiento en el Imperial College de Londres con una prestigiosa beca Marie Curie, el programa de la UE que apuntala la carrera de jóvenes investigadores con proyectos innovadores y con potencial para el avance de la sociedad.

Con una doble titulación en Bioquímica y Biología, Alejandro no pensaba dedicarse a la ciencia hasta que inició su tesis en el Centro Nacional de Biotecnología-CSIC bajo la tutela de Jesús Blázquez: "En el instituto y en la universidad tienes un libro de texto en el que todo está dicho y además es inmutable, pero en el laboratorio descubrí problemas sin resolver. Y mi director había publicado hallazgos sobre las mutaciones bacterianas tan solo unos años antes. En ciencia, las respuestas no están al final del libro y tienes la oportunidad de contribuir. Es el gran privilegio de dedicarse a esta profesión".

Tras doctorarse con un trabajo sobre la evolución de la resistencia a antibióticos, Alejandro se marchó al Instituto Nacional de Salud e Investigación Biomédica (Inserm) de Francia, con sede en París, para sumarse al grupo de Oliver Tenaille, un "pionero" en el campo de la mutación de bacterias. "El equipo tenía proyectos del Consejo Europeo de Investigación (ERC) y además había muy buenas ideas y espacio para mi creatividad", subraya.

Durante casi cuatro años, aplicó las técnicas de secuenciación masiva a la comprensión de la evolución bacteriana. "Y uno de los grandes privilegios fue la interacción directa con los médicos y farmacéuticos que trabajaban en la trinchera, con los pacientes. Aprendí muchísimo de ellos, sobre todo, de las necesidades del mundo real", agradece.

Y todo este bagaje le sirvió para conseguir una beca Marie Curie e incorporarse el pasado diciembre al laboratorio de Martin Duck, una referencia mundial en el estudio de los sensores moleculares que permiten a las bacterias detectar los cambios en su entorno y adaptarse para sobrevivir.

"En un nuevo fluido o ante la presencia de antibióticos, tienen la capacidad de acantonarse y formar un biofilm adhiriéndose al tejido y dando lugar a las infecciones recurrentes. Mi proyecto es una mezcla de mi experiencia sobre mutaciones y la del grupo de Duck en biología molecular para entender la facilidad con la que son capaces de alterar su comportamiento en respuesta a estímulos ambientales", explica.

¿Y qué aplicación podrán tener sus resultados? "Puestos a soñar, cuanto mejor conoces a tu enemigo más fácil es atacar su telón de Aquiles. Si entendemos cómo funcionan las bacterias se podrían diseñar nuevos antibióticos y vacunas o incluso domesticarlas, por ejemplo, para detectar productos químicos o ayudar en la limpieza de zonas contaminadas".

Ganador del premio a la mejor trayectoria en la última Reunión de Jóvenes Investigadores Gallegos en el Extranjero, Alejandro es parte de toda una generación de científicos a quienes la crisis dejó sin apenas oportunidades de quedarse en España. "Podrían rodar un documental con todos los españoles, italianos y griegos que estamos fuera. Somos los auténticos holandeses errantes", bromea.

"Creo que España se tendría que mirar en el sistema de ciencia galo porque el anglosajón es más difícil de exportar. En cambio, Francia tiene una estructura similar de funcionarios y es proteccionista. En Reino Unido apenas hay seguridad. Aunque a cambio tienes muchísimas oportunidades de conseguir proyectos o colaboraciones", reconoce.

Alejandro es crítico con las políticas de fichajes estrella: "Es pan para hoy y hambre para mañana. En vez de traer a un Messi que quiera jugar en el Celta o el Dépor, sería mejor crear cantera. Merece la pena apostar por los jóvenes que pueden conseguir premios en lugar de hacerlo por gente ya consagrada".

En todo caso, también reconoce que otros países nos llevan ventaja por su tradición democrática y científica de varios siglos: "Cuando estaba en Francia, el abuelo de mi jefe ya había sido un investigador reconocido en los años 30. Los míos trabajaban en el campo. Es cuestión de tiempo".

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