"Me cambió la vida". Así se refirieron ayer algunos de los copilotos de DisCamino este proyecto, que desde hace nueve años trabaja para cumplir el sueño de personas con problemas de movilidad de hacer el Camino de Santiago. Este proyecto surgió en 2009 cuando Gerardo Fernández, un joven vigués sordociego, hizo su primer Camino de Santiago pedaleando sobre un Copilot, un triciclo tándem de origen holandés, donado por un particular. Acompañado por un grupo de voluntarios, entre ellos el policía vigués Javier Pitillas, responsable y vicepresidente de la Asociación DisCamino, este "peregrino aventurero", como le gusta presentarse, vio cumplido su sueño.

Una vez en la plaza del Obradoiro, Gerardo pidió a Pitillas que buscase a otras personas con problemas para hacer el camino de Santiago muchos años. Así nació DisCamino, que tiene como pilotos, entre otros, al ciclista Álvaro Pino, que ayer participó como público en la conferencia-proyección-coloquio "No dejes que nadie te diga que no puedes" que la asociación ofreció en el Club FARO y en la que participaron también José Varela Lago, paralítico cerebral y presidente de la Asociación DisCamino; Fani Pérez Santos, tetraparesia espástica por parálisis cerebral; Maxi Masip Villar, paralítico cerebral; David Gil Janeiro, distrofia muscular; Ana Soage Sas, paralítica cerebral, y Javier Fernández Martínez, paralítico cerebral y ataxia. Cada uno protagonizó un vídeo, con los que DisCamino mostró en qué consiste el proyecto. En estos vídeos, familiares y peregrinos que han compartido con ellos una o varias etapas del Camino hablan de estos peregrinos, del tesón que le ponen al proyecto y de cómo son capaces de superar todos los obstáculos.

"Si tienes ilusión, puedes hacer realidad cualquier cosa", afirmó Gerardo Fernández, que también vio cumplido otro de sus grandes sueños: ver al Papa, algo que consiguió en el camino que hizo de Roma a Santiago. Gerardo, que se comunica a través de las manos y escribiendo en la palma de la mano de su interlocutor las letras mayúsculas del alfabeto, le entregó al Papa una carta y le dijo: "Oigo poco, veo poco y hablo mucho". Esta frase también la pronunció ayer cuando dio la bienvenida a los asistentes y lo hizo de viva voz. Pitillas explicó que al no haber nacido sordo, Gerardo Fernández, que tiene 31 años, puede traducir lo que se le escribe en la mano. "Lo que pide a la gente es que haga un esfuerzo por comunicarse con él", añadió Pitillas.

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Fani Pérez, una de las últimas incorporaciones de esta aventura, aseguró que antes de que Pitillas le llamase, se pasaba el día tirada en la cama. "Antes de empezar en DisCamino me tiraba en día en la cama. Pero empecé a entrenar y ese año hice el Camino desde Roncesvalles, trece días que me sirvieron para ver que todo es posible", dijo esta joven, tetraparesia espástica por parálisis cerebral. Javier Fernández, paralítico cerebral y ataxia, reconoció la dureza del Camino, especialmente del primero, aunque también reconoció que fue el más especial. "Llegar a Santiago fue emocionante. ¡Lo he hecho! me dije. Pero para mí esto no fue suficiente: pedí matrimonio a la que ahora es mi mujer, quien aceptó", dijo.

Todas las experiencias que narraron los peregrinos de DisCamino fueron igualmente emotivas. El resto de invitados se comunicaron a través de tabletas, ya que su discapacidad les afecta a la comunicación verbal. Con este medio, José Varela Lago, paralítico cerebral y presidente de la Asociación DisCamino, de 65 años, explicó cómo hace cuatro, con 61, se subió por primera vez a una bicicleta y atravesó Francia pedaleando. José Varela es el "abuelo" de DisCamino, y asegura que ahora no podría vivir sin subir a una bicicleta.

Para Maxi Masip Villar, paralítico cerebral, el DisCamino es una aventura, conocer sitios nuevos y hacer amigos. Masip explicó que descubrió un día a Pitillas y Gerardo Fernández "pedaleando em una bici roja muy rara" y los paró. En 2013 hizo su primer DisCamino y en 2014 repitió. "La experiencia me ayuda mucho. Las piernas se me fortalecen y respiro mejor", dijo.

Desde 2009, han sido muchos los caminos que suma este proyecto; también con personas con discapacidad de otras comunidades, e incluso de otros países, como es el caso de Juan Sebastián, joven colombiano con parálisis cerebral; Roberto, un sordo-ciego de Burgos, y Antonio, un niño cordobés de 13 años también con parálisis cerebral.