Francisco Narla también aludió a historias menos conocidas del momento histórico en el que se escribieron las cantigas de Martín Códax. "Los templarios amasaron gran parte de su fortuna con la venta de reliquias" aseguró. "Los templarios, a imagen de Diego Gelmírez, comenzaron rápidamente a negociar con reliquias que no siempre eran de verdad. Gran parte de las que se conservaban en el Vaticano son 'leche de la Virgen María' o 'seis prepucios de Jesucristo', ya que como judío se supone que luego de nacer lo hubieran circuncidado y también plumas del Espíritu Santo", aseguró. Por tanto, todo el gran desarrollo que hubo paras las cruzadas, o guerras de ultramar, tuvo que ver con el desarrollo del sector naval, indicó Narla. Por el desarrollo de los buques, Venecia, por ejemplo, que aparece en su novela, es una gran capital del momento. También aludió a la "sombra de Gengis Kan", cuyo imperio llegó hasta la actual Hungría y que permitió el comercio, mientras les 'rindiesen pleitesía'. Lograron incluso que los franceses tallasen para uno de sus descendientes una fuente en plata, con apariencia de árbol, de la que brotaban cuatro bebidas diferentes (una de ellas leche de camella, otra té salado).

La tesis que Narla planteó en su anterior novela, en la que aborda la figura de Julio César y el oro extraído de minas gallegos, gustó entre historiadores. Tanto, que fue propuesto en dos universidades distintas por catedráticos como objeto de tesis doctoral. No es el caso de Martín Códax, cuya finalidad, según reconoce Narla, fue simplemente contar una novela "no dar clases de historia".