"Tocar el piano es difícil, pero escribir tiene sus dificultades también. No se nace sabiendo escribir, como tampoco se nace hablando, por lo que es evidente que se puede transmitir una enseñanza si hay alguien que quiera recibirla. En EE UU la mayoría de escritores han salido de cursos de escritura y se han ganado la vida, después, impartiéndolos. Lo que no puedes hacer nunca es obligar a nadie a escribir. Tienes que saber si los alumnos quieren ser escritores o escribir porque hay gente que quiere ser escritor, pero no escribir", aseguró el escritor y periodista Juan José Millás en su diálogo "Talleres de escritura" con el catedrático de Lengua y Literatura Española Estro Montaña en el Club FARO.

"A veces los escritores hacemos mucho ejercicio de dedos", continuó Millás con sus símiles entre los pianistas y los escritores. Pues el madrileño compara el calentamiento de los músicos antes de un concierto con lo que se escribe antes de tener claro lo que se quiere contar. "Los escritores españoles y europeos, en general, no se dan cuenta de que empiezan los cuentos en la tercera página. Con frecuencia no conscientes de que hacemos mucho ejercicio de dedos y no hacemos autocrítica para luego borrarlo", señaló.

"Al contrario que los americanos, que en la primera linea ya han entrado en la historia. Eso es porque allí el periodismo y la literatura nacieron al mismo tiempo y en periodismo tienes que entrar en la primera linea porque si no se te escapa el lector. A mí, el periodismo me ha enseñado mucho para escribir literatura", dijo Millás.

El escritor atesora una basta experiencia impartiendo talleres de literatura y aseveró que "una de las primeras cosas que tiene que hacer un escritor es perder el respeto al texto y pensar que siempre se puede mejorar". Además, Millás sostuvo que "la literatura es un territorio autónomo que por un lado representa a la realidad, pero que lo hace con sus propias leyes".

Puso un ejemplo con un verso de la poeta norteamericana Anne Sexton que dice: "Cuando fuiste mía llevabas un audífono". Millás señaló que la primera parte del verso ("cuando fuiste mía") es un lugar común pero que se convierte en una genialidad al añadir "llevabas un audífono". En este sentido, aseveró que "la literatura hoy tiene que ser antirretórica" y que, generalmente, la gente imita teorías muy retóricas.

Como columnista, Millás colabora en FARO y en el resto de periódicos de Prensa Ibérica, donde realiza lo que él denomina "articuentos", un híbrido entre un artículo y un cuento que, explicó, pueden ser desconcertantes para el lector de prensa.

"Cuando comencé estas colaboraciones advertí que en el columnismo español había un exceso de política y que muchos de los artículos que se publicaban estaban hechos como con una plantilla, así que apunté que yo iba a bajar a la vida cotidiana e intentar encontrar lo que hay de misterioso en ella", manifestó.

El turno de preguntas en la charla en el Auditorio Municipal do Areal llevó a Millás a comentar también los últimos episodios de censura vividos en España. "En una semana ha habido tres casos que nos han preocupado, pero que implican un retroceso. Afortunadamente en este país se puede hablar de todo porque el mero hecho de que lo que ha ocurrido nos haya alarmado así lo indica. Aunque evidentemente hay problemas que tienen que ver con la famosa ley mordaza", aseguró el escritor.

Para él, el problema de la censura ahora mismo es que desde ella "es muy fácil deslizarse a la autocensura". Y, en este punto, Millás resaltó lo peligrosa que es la autocensura cuando se ejerce de manera inconsciente. Asimismo, el madrileño dijo que "la ley mordaza es la otra cara de la reforma laboral". "Son leyes salidas de la misma concepción del mundo y de la misma cabeza; lo que es grave es que hayan salido habiendo sindicatos y una oposición. Esto nos da una idea de que tenemos una sociedad desmovilizada", agregó.

Millás acaba de presentar su última novela, "Que nadie duerma", editada por Alfaguara. Un libro que Montaña definió como "intensa, que se lee de una sentada gracias a la precisión del lenguaje y a la ironía y a la risa. que te provoca". "Es como un soneto en el que el autor nos va desvelando datos hasta que al final los recoge un último capítulo soberbio", aseveró el catedrático vigués.