Como dice Jaime Olmedo Ramos, de la Real Academia de la Historia, en el prólogo de "La Onza de Oro", Domingo de Silos Manso "pertenece a una larga estirpe de diplomáticos humanistas y escritores". Su novela, que ganó el Premio Sial Pigmalión de Narrativa 2017, narra los cambios sociales, políticos y económicos experimentados en España entre 1940 y 1990 a través de la peripecia de una mujer emprendedora. Mañana ofrecerá en el Club FARO una crónica literaria de la posguerra a la Transición.

-Su libro no es de memorias, como las de otro célebre diplomático, Inocencio Arias. Pero, ¿cuánto de usted hay en la protagonista de la novela "La Onza de Oro"?

-Efectivamente, no son memorias, es una novela. Cuenta la aventura vital de la hija de una modesta costurera, que acaba creando una gran empresa. Numerosos personajes secundarios, y, en el fondo, la aventura de España en el medio siglo que va de 1940 a 1990. Una gran aventura.

- La historia de la protagonista recuerda un poco a la de Amancio Ortega, que empezó fabricando unas modestas batas que tuvieron mucho éxito... ¿Por qué escogió una mujer como protagonista?

-La aventura de Amancio Ortega, de Zara, me parece extraordinaria. Mi protagonista inicia la novela con ocho años. Es una mujer llena de sentido común, que sabe adaptarse a las circunstancias de la vida, que no son fáciles. Dueña única de la empresa, vive de forma austera, tiene un Citroën Dos Caballos, se reúne con sus empleados, dialoga con ellos.

- Hay quien ha destacado el estilo narrativo naturalista "a lo Pardo Bazán" de su libro. ¿Qué influencias literarias tiene usted?

-Javier Bahamonde, en la presentación en el Casino de Madrid, efectivamente le encontraba relación con Doña Emilia. Gabriel Albiac encuentra el estilo narrativo próximo al Flaubert de "La Educación sentimental". Recientemente una revista hablaba de Galdós. Lo agradezco. ¡Qué más querría yo que parecerme a tan ilustres escritores!

- En su novela refleja la vida de España entre 1940 y 1990. ¿Cuál fue el mayor cambio que experimentó España en ese medio siglo?

-Unos cambios enormes, de los que no estoy seguro seamos conscientes, y eso no es bueno, porque hay que saber valorar lo que se ha conseguido. Por ejemplo, la esperanza de vida del hombre, en 1940, es de 47 años (50 la mujer). Al acabar la novela, en 1990, la mujer supera los ochenta años, y el promedio hombre-mujer es de casi 77 años. Todavía en 1950, el sector agrario ocupa prácticamente a la mitad de la población activa. Al acabar la novela anda por el 11 %; y hoy alrededor del 5 %.

- ¿La de los sesenta fue la década clave de ese periodo?

-Es la década del desarrollo, en la que España crece alrededor de un 7 % acumulativo anual. Claro está que se partía de niveles muy bajos. Se produce una enorme emigración del campo y de los pueblos a las grandes ciudades y a Europa. Un enorme cambio social.

- Se conoce la entrevista de Vernon Walters con Franco en 1972, cuando supuestamente Franco le dijo al enviado del presidente Nixon que España seguiría un rumbo tranquilo después de su muerte porque se había creado una clase media. ¿Cree que ocurrió lo que predijo el dictador?

-No creo que Franco sospechara el cambio que se produjo a su muerte, aunque haya discusiones al respecto. Sí, la clase media ha sido esencial en los cambios que hemos vivido.

-¿De qué países guarda un mejor recuerdo en su carrera diplomática?

-En realidad de todos. De Italia, en donde tuve la suerte de servir ante la Santa Sede, y en el Quirinale en el momento en el que ingresamos en Europa. De París-OCDE, en donde viví el arranque de la globalización. De Génova, en donde fui comisario de España de una gran exposición. De África, en donde conocí los problemas del subdesarrollo. De la India. De España, en donde he pasado años, y es un gran país.

- Desde su punto de vista como diplomático, ¿ha cambiado mucho la forma en la que se ve a España desde el exterior?

-Sin duda. Y a mejor. A mucho mejor. Ha habido momentos de verdadera admiración.

- ¿Cuál es su impresión sobre el problema catalán? ¿La única forma de abordarlo es la "conllevancia", como decía Ortega y Gasset?

-Espero y deseo que se encuentren las soluciones adecuadas. Lo que está sucediendo no le hace bien a Cataluña, tampoco al resto de España.