Unos dientes de hace más de mil años acaban de abrir una nueva puerta en el tiempo que conecta directamente con las poblaciones que Cristóbal Colón encontró al pisar la tierra en América en 1492. Un equipo internacional analizó las piezas dentales encontradas en una cueva en la isla de Eleuthera (Bahamas) para secuenciar el primer genoma humano completo del Caribe. Los análisis realizados con métodos de radiocarbono 14 permitieron precisar que los dientes pertenecían a una mujer de la etnia de los Taínos -primeros indígenas americanos que experimentaron el impacto de la colonización europea- y que vivió entre los siglos VIII y X, quinientos años antes de la llegada del descubridor. "Su ADN aún pervive en la actualidad en Puerto Rico, donde entre el 10 y el 15% del ADN de sus habitantes actuales es nativo americano y el resto un mosaico de origen europeo y africano", explica el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) Antonio Salas Ellacuriaga, integrante del equipo encargado del estudio que acaba de hacerse público en la prestigiosa revista "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS).

"Sin duda -añade el investigador de la USC- es un nuevo hito científico en el ámbito del ADN antiguo, posible gracias a las nuevas herramientas tecnológicas en el ámbito de la genómica a gran escala y a los nuevos avances computacionales". Alrededor de esta nueva aportación confluyen la complejidad tecnológica, el tratamiento de datos y el análisis de restos de tanta antigüedad, "extraer ADN de restos óseos tan mal conservados es tremendamente complejo. Sin las nuevas tecnologías de secuenciación masiva habría sido imposible obtener resultados de este tipo de restos arqueológicos", afirma Antonio Salas. Por otra parte, prosigue el investigador, "el reto computacional es siempre importante, porque la tecnología no está aún lo suficientemente evolucionada para trabajar con cantidades tan grandes de datos. Se trata de gestionar no sólo con el genoma obtenido de ese espécimen antiguo, sino con miles de otros genomas que se utilizan como marco necesario de referencia para el análisis".

La colonización asociada al desembarco de Colón en territorios del Caribe derivó en un gran conflicto de civilizaciones. El grupo indígena mayoritario estaba representado por los Taínos que habitaban las islas que hoy abarcan Bahamas, Antillas Mayores (Cuba, Jamaica, República Dominicana, Haití y Puerto Rico) y el norte de las Antillas Menores. Las poblaciones nativas "fueron desapareciendo en un corto espacio de tiempo y asimiladas cultural y biológicamente", aclara Antonio Salas Ellacuriaga.

A pesar de que fueron pueblos totalmente extinguidos existe la esperanza de identificar la génesis de estas poblaciones usando aproximaciones que van desde la arqueología, la lingüística a la genética. En el caso de esta última disciplina, el profesor Salas identifica dos posibles vías principales de exploración: "por un lado el estudio de las poblaciones actuales. Muchos de estos pueblos tienen entre sus ancestros algunos de los habitantes primitivos y, por lo tanto, en su ADN aún conservan parte de esta historia". La segunda fuente de información "está en el análisis de restos óseos de estas poblaciones encontradas en las exploraciones arqueológicas. Las condiciones ambientales del Caribe no ayudan, no obstante, a la buena preservación de los retos por lo que el análisis de ADN antiguo es simplemente un reto que hasta ahora no se había podido alcanzar".

"En el genoma del taíno se observan señales que indican una reducción poblacional extrema muy ancestral, coincidiendo con la llegada de los primeros pobladores del continente americano a través del estrecho de Bering" explica el genetista de la USC. El mismo investigador añade que "el estudio no evidencia la existencia de una fuerte endogamia o signos de aislamiento en el genoma de la mujer taína, por lo que los datos apuntan a que el tamaño efectivo de esta comunidad era razonablemente grande, superior a los 1.600 individuos reproductores".

Este tamaño es incluso superior al de algunas poblaciones que habitan hoy en día el continente americano como los Karitiana y los Surui. El doctor Salas considera que se trata de un resultado "muy llamativo, si tenemos en cuenta que la isla de Eleuthera tiene una extensión de tan sólo 518 kilómetros cuadrados y resulta difícil imaginar como una comunidad tan grande podía convivir en un espacio tan reducido". La respuesta podría estar "en la gran movilidad de estas comunidades y la existencia de redes pan-regionales más allá de sus localidades de nacimiento y residencia". Estas redes, concluye el docente de Medicina, "favorecerían el intercambio de conocimiento, pero también de genes y además serían compatibles con la hallazgos arqueológicos existentes".

Lengua

La mujer ahora identificada a través de sus piezas dentales muestra un genoma semejante al de las poblaciones del sur de América, poblaciones que hablan las lenguas conocidas como arahuacas (o Arawakan). Como destaca el propio genetista, "resulta interesante recordar que de estas lenguas hemos heredado vocablos como boniato, cacique, caníbal, maíz o tiburón, entre otros".

De manera coordinada con personal investigador de la Universidad de Copenhague y de otros grupos de Estados Unidos e Inglaterra, desde el equipo de la USC, que también integra el investigador Alberto Gómez Carballa, los investigadoreshan trabajado con poblaciones contemporáneas de América, incluyendo muchas del Caribe y Meso-América, como Cuba, República Dominicana, El Salvador o México entre muchos otros. "La experiencia acumulada nos ha permitido hacer avances importantes no solo en el área de la antropología molecular sino también en otras disciplinas aplicadas de la biomedicina", afirma Antonio Salas.

Hace tan solo tres años, un artículo publicado también por PNAS por los mismos autores era destacado como uno de los diez descubrimientos más importantes del año 2015 por la prestigiosa revista "Archaeology", la publicación del Archaeologycal Institute of America. En aquella ocasión, el equipo de investigadores analizó restos óseos también excavados en el Caribe pero con el foco puesto en el tráfico de esclavos trasatlánticos. "Siempre resulta excitante dar un paso más en el conocimiento de la historia de las poblaciones humanas. En este caso es como si el ADN hubiera querido recordarnos que aún tenemos muchas deudas pendientes con todos estos pueblos", afirma Salas.