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El florista de los Nobel, a todo color

El sueco Per Benjamin, encargado del diseño de los banquetes de los premios, defiende la exuberancia: "Hoy en día, más es más"

Per Benjamin piensa en color. El florista, nacido en Estocolmo en 1970, se ha convertido en uno de los principales nombres en su campo gracias a su manejo de las combinaciones de flores y estructuras. Y para él las flores son, sobre todo, color. "Yo siempre hablo de colores, de qué colores funcionan en cada caso, porque el color es la más importante expresión del interior, de la ropa, de todo. Todo empieza con el color".

Así lo expresaba ayer en Asturias, adonde acudió como invitado para impartir un curso dentro del campus floral organizado por la gallega Cris Camba para profesionales del ramo de toda España.

Per Benjamin está a gusto con su oficio sea cual sea la dimensión de su trabajo. Porque le han tocado retos importantes. Entre ellos, el que lo ha consagrado como profeta en su tierra: el diseño del banquete de los Premios Nobel, que le correspondió en los dos últimos años.

El último banquete, el de 2017, ha sido, según asegura, uno de los trabajos con los que más satisfecho ha estado en su larga trayectoria. Fue un tema de invierno, trabajado con obeliscos de hielo en la mesa. "Fue muy complicado técnicamente, pero que al fin funcionó a la perfección; yo siempre tiendo a poner otro elemento con la flor para crear más sensaciones en la gente".

En este caso, además, estaba la responsabilidad de atender a dos perspectivas: la más cercana de los asistentes al banquete, que son 1.300 personas, y la de los espectadores de televisión. "Hay que mirar los dos aspectos; no son lo mismo, necesitas visiones diferentes".

Y junto a estos proyectos de grandes dimensiones -baste decir que para la cena de los Nobel utilizó 60.000 tallos de flor- aborda otros mucho más sencillos que le aportan mucho, porque aunque le encantan los eventos grandes, lo que le gusta es "tener un buen contacto con el cliente, porque conoces a la gente más y le puedes dar más personalidad; mi idea del trabajo es realizar los sueños de los clientes, pintarlos con colores y formas porque es mi profesión, y lo que necesito es que la gente confíe en mí".

Per Benjamin ha trabajado en más de ochenta países, y en todos los casos su aportación ha sido una forma muy particular y exquisita de mezclar el color, que nunca puede ser el mismo. "Lo primero que hay que hacer es mirar la sala del evento y acomodar a ella los colores", explica, y aunque no siempre tienen cabida, asegura que su "marca", lo que realmente le gusta, es mezclar rosa, naranja y amarillo. "Es mi sello".

Le encanta, además, "trabajar con formas en estilo más moderno, con mucha transparencia, con más cabezas de flor".

En cuanto a las tendencias, asegura que ahora la dominante todavía es la de los tonos suaves, ligeros y transparentes. "Ésta es la tendencia para la mayoría, que nunca desaparecerá del todo, pero junto a ella están apareciendo con fuerza otras dos: la tropical, con colores muy vivos, y la barroca, con colores más oscuros, fuertes y con otras formas de expresión".

En todo caso, y sea cual sea la tendencia, sigue dominando la exuberancia: "Hoy en día, más es más. No se puede decir que menos es más. Es la tendencia general en la sociedad, tanto en moda, como en interior como en otras expresiones".

Y también constata que la diferencia entre los países se está estrechando. "Es como con la ropa, hay una diferencia entre Suecia y España que en su día fue muy grande y hoy todavía es grande, pero cada vez menos".

En cualquier caso, el mundo es su territorio, y en todas partes encontrará un color para sorprender.

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