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Andrea Retolaza Andrade"El ingrediente que marca la diferencia en el tenis es la cabeza"

La exjugadora viguesa entrena a las jóvenes promesas de EE UU en la Escuela Christopher Morley de Nueva York

La viguesa Andrea Retolaza, en la Escuela Christopher Morley.

Empuñó su primera raqueta a los 4 años en las canchas del Náutico de Vigo, a los 9 ya entrenaba a diario y competía en torneos gallegos y, a los 15, después de un año en el Centro de Tecnificación Deportiva de Pontevedra durante el que empezó a competir en torneos WTA, entró en la Academia Sánchez/Casal de Barcelona, por la que han pasado jugadores de la talla de Andy Murray. A los 18 años dio el salto a EE UU donde alcanzó su mejor nivel. Dejó el tenis por una lesión en 2016 y ahora entrena a las jóvenes promesas norteamericanas en la Escuela Christopher Morley de Nueva York, además de seguir ligada a la Universidad de Wake Forest (Carolina del Norte), donde se graduó en Nutrición, y colaborar con tenistas profesionales como Daniela Hantuchova.

"A mis padres siempre les gustó hacer deporte y nos lo transmitieron a mis hermanos y a mí. Viví una adolescencia un poco distinta al resto de mis compañeros del colegio. El tenis me ha dado mucho, y en parte, me ha convertido en la persona que soy hoy", reconoce Andrea (Vigo, 1994), cuyo abuelo, Pancho Andrade, al que no llego a conocer, fue un pionero del squash en Galicia.

La joven viguesa no tenía entre sus planes marcharse al extranjero, pero una lesión que la tuvo parada varios meses en segundo de Bachillerato le hizo reflexionar sobre su futuro. "Empecé a pensar que igual sería una buena idea estudiar la carrera en EE UU y poder seguir jugando a un nivel alto, ya que en España es incompatible. Toda la gente que conocía que lo había hecho estaba encantada y pensé que a mí también me iría bien. Y cuando visité la Universidad Wake Forest, sus instalaciones deportivas y todo lo demás me di cuenta de que realmente quería jugar y estudiar en EE UU. Y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida", celebra Andrea, que alcanzó el número 1061 en la WTA.

Durante sus dos últimos años de carrera en Wake Forest, hizo prácticas en el Hospital Universitario y también con la nutricionista deportiva del campus. Compatibilizó sus estudios con la competición hasta que la compresión de disco lumbar que llevaba sufriendo desde 2014 la obligó a abandonar las pistas en 2016: "Jugaba y vivía con dolor las 24 horas del día. Ahora sólo me duele en situaciones puntuales".

Andrea continúa vinculada a su antiguo equipo, pero ahora como consultora. "Básicamente ayudo al cuerpo técnico a montar la temporada y los entrenamientos. Al haber jugado para el equipo y haber formado parte del sistema no hace mucho, aporto otras perspectivas a los entrenadores", apunta.

La Escuela Christopher Morley dispone de un complejo deportivo en Long Island que incluye béisbol, softball, natación, hockey, golf y tenis. Y solo en esta última modalidad suma 27 pistas. Andrea dedica la mayor parte de su tiempo a prevención de lesiones, biomecánica de los movimientos y golpes tenísticos, y nutrición deportiva de los jugadores top.

"Cualquier jugador joven de buen nivel entrena una media de cuatro a cinco horas diarias en pista. Llegan a hacer muchísimas repeticiones de los mismos movimientos, lo cual no es nada bueno para su cuerpo. La mayoría de los jugadores con los que trabajo diariamente tienen entre 12 y 18 años, por lo que están en fase de crecimiento y de desarrollo de su juego. Mi objetivo es que ellos puedan alcanzar al máximo su potencial físico y tenístico disminuyendo en la medida de lo posible el riesgo de lesiones", explica sobre su labor.

Una de las herramientas que utiliza Andrea es el PlaySight, un sistema de cámaras en las pistas: "Me sirve para analizar golpes, trayectoria de la pelota, velocidad, spin y profundidad del golpe o cómo se mueve el jugador. A su vez, ayuda un montón a los jugadores ya que pueden reconocer sus errores y sus avances".

Andrea se siente identificada con muchos de ellos: "Me motiva y satisface verles recuperarse de una lesión y volver a las pistas más fuertes de lo que eran antes. Todos los casos son distintos y hay muchos factores siempre de por medio. Cuando jugaba tuve varias lesiones, unas más graves que otras. Y en muchos de los jugadores me veo reflejada y entiendo muy bien cómo se sienten o por lo que están pasando. Jugar al tenis a nivel alto tiene sus cosas buenas y malas. Hay días que son más duros que otros, pero a la larga el buen trabajo siempre da su fruto".

La profesional viguesa destaca la capacidad de trabajo y de superación diaria entre las cualidades necesarias para poder competir al máximo nivel. "El talento y el físico son importantes, pero valen de muy poco si no se tiene ambición y mentalidad de sacrificio diaria. El ingrediente más importante en el tenis es la cabeza. Es lo que marca la diferencia", sostiene.

Respecto a las críticas sobre el exceso de lesiones realizadas por Nadal tras retirarse del Open de Australia el pasado enero, Andrea señala que el calendario de los tenistas "es muy largo y más exigente" que hace unos años, pero no cree que llegue a recortarse: "Tanto los circuitos de la ATP como de la WTA son más competitivos, hay más torneos, más jugadores y más dinero. Al fin y al cabo, los circuitos, las competiciones y las empresas que los patrocinan forman una industria que busca hacerse aún más grande y generar más dinero. Desde mi punto de vista, no veo muy factible que la WTA o la ATP reduzcan el número de torneos o semanas de competición, por lo que la preparación de cada jugador debe ser hiperimportante y específica según las necesidades y carencias de cada jugador".

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