Según Carlos Núñez, los rasgos celtas no tenían solo una motivación artística; eran un sistema de comunicación visual capaz de superar las limitaciones de la lengua hablada y escrita y en este sentido, recordó que los celtas eran ágrafos, es decir, no podían transmitir nada por escrito y por esto mismo la palabra tenía carácter sagrado para ellos. Y tal vez esta misma sacralización de la palabra supuso su declive cuando esta comenzó a ser empleada por el comercio.

Aún así, la cultura celta ha sido capaz de llegar hasta nuestros días como ninguna otra y se encuentra presente en la decoración y el diseño de objetos como joyas y camisetas. "Ningún estilo artístico ha tenido tan larga trayectoria a través de los siglos como el lenguaje cultural céltico, sujeto a una dinámica cíclica, pero evolutiva y recurrente", aseveró el ponente, que añadió: "El contenido de la compleja cultura céltica no debe ser expresado como una efímera e intrascendente moda pasajera".

Según el publicista, el márketing actual identifica "lo celta" con la calidad del producto galaico. "Pronto se extendió al resto de las artes, especialmente música y danza, la leyenda literaria y la gastronomía, como una cualidad que identifica a un amplio sistema de esquemas para dibujar, componer o escribir con una filosofía o estilo común. El estilo celta abarca poderosos sectores culturales y económicos en los distintos ámbitos", añadió.

Sin embargo, muchas de las referencias consumistas tienen justificaciones muy diversas, que a veces "no representan esquemas de veracidad histórica". "Una buena parte del CelticArt empleado en la comunicación gráfica actual viene marcado por las tendencias de EE UU y anglosajonas en su versión más banal e intemporal", alertó.