"Hoy estamos en un momento peligrosísimo para la historia futura de esta nación, de inmensa incertidumbre", aseguró el periodista Fernando Jáuregui en relación al pleno del debate de investidura en Cataluña "y el Gobierno no sabe qué va a pasar: si Puigdemont aparecerá ante doscientos medios para ser apresado, se descolgará en un parapente o aparecerá en el maletero de un coche -bromeó- pero pase lo que pase es malo porque no hay soluciones, ni planes B".

Así arrancó un largo coloquio en el Club FARO el veterano periodista en el que se mostró convencido de la necesidad de introducir cambios en 35 artículos de la Constitución. "Hay que hacer cambios, porque si seguimos con esta Constitución, se va a cargar la democracia española", valoró el analista. Jáuregui hizo gala de su larga amistad con el alcalde Vigo, Abel Caballero, que se encargó de abrir y moderar el debate y que mostró su convencimiento -ante las preguntas del público- de la "imparable" reforma constitucional. Eso sí, "no con un referéndum ilegal". Para el alcalde olívico y presidente de la FEMP, no por la demanda de un número de personas que ni llegan a alcanzar la mayoría en la sociedad catalana se tiene que dar "un paso de esa envergadura". "Es preciso seguir evolucionando, pero dentro de las normas. Yo no creo en el Referendum".

El también periodista y coautor del libro "El desengaño", junto a Jáuregui, Federico Quevedo, recriminó la gestión política que concluyó en la situación que se vivirá hoy: "No se pueden resolver todos los conflictos por la vía jurídica; hay que hacer política. Alguien debería de sentarse a hablar y buscar soluciones más allá de los jueces, porque estamos casi peor que antes del 21-D y, si seguimos con el problema catalán enquistado, estaremos dañando la imagen del país".

Dentro de su argumentario de por qué cambiar la Carta Magna, Jáuregui detalló varios artículos de la misma que se incumplen -según su testimonio- "sistemáticamente". "Esta Constitución es buena, pero hay que cambiarla y he hablado con tres de los 'padres' de la misma", aseguró. Por eso Jáuregui abogó por reformar el título 8º. "Se nos ha quedado vieja, creo que debería de adaptarse a los tiempos", valoró el periodista, que indicó que habría que reformular, por ejemplo, las funciones del Senado.

Los escritores de "El desengaño" fueron especialmente críticos con lo que se pudo hacer, y no se hizo. Especialmente Quevedo. "Había salidas pero no se han querido explicar; se podía haber hecho un referéndum de acuerdo con el artículo 152.2 y todavía se pueden buscar soluciones creativas".

"España es un país heterogéneo; plurinacional... Pero es Estado de las autonomías dejó de funcionar y ahora mismo el país está paralizado", analizó. "Si queremos cambiar algo, como decía Einstein, no podemos seguir haciendo lo mismo".

En una cita que se caracterizó por el intercambio de opiniones, los periodistas destacaron "el divorcio de la sociedad con la clase política", en palabras de Jáuregui, que destacó que estamos ante una "segunda Transición". Sin embargo, para Caballero no se puede emplear este término para el momento que vivimos por las apreciables diferencias: "Veníamos de una dictadura; de casos de represión feroz y los dirigentes políticos y la ciudadanía estuvieron a la altura", recordó el alcalde de Vigo. En su siguiente intervención, el audaz periodista cántabro aceptó que le gustaría que hubiese un "tránsito" hacia otra Constitución "más perfecta", pero también aceptó los términos de "revolución", "evolución" o incluso "evolución revolucionada".

Tanto Quevedo como Jáuregui, destacaron la cercanía del alcalde de Vigo con los ciudadanos como un valor en alza y gestos como que usase "un coche eléctrico pequeño" al acudir a buscarles. La ciudadanía precisa, según los autores, "cariño" de sus dirigentes. Alguna de las preguntas del público incidió en el trabajo de comunicación que hace años Federico Quevedo desarrolló para el PP en Valencia y, en concreto, con Zaplana.

Fernando Jáuregui -que ha trabajado en una veintena de medios y gabinetes de comunicación y que militó en el PCE desde antes de la muerte de Franco hasta la restauración de la democracia- también tuvo un espacio para la autocrítica. "Hagamos crítica de la clase política y el Gobierno, porque está jugando a la supervivencia, pero la sociedad civil tiene que indignarse de verdad; hacer un segundo 15-M pero civilizado y constructivo".