Emocionado, abrumado, excitado y aún sin poder creérselo. Así aseguraba sentirse ayer Álvaro Gago desde Utah (EE UU), tras ganar el Gran Premio del Jurado de Sundance en la categoría de cortometrajes con "Matria", cinta que narra la vida cotidiana de Ramona, una mujer con un empleo precario que se refugia en la relación que le une a su hija y a su nieta. El realizador vigués se convertía así en el primer cineasta español en ganar este galardón del prestigioso festival de cine independiente creado por Robert Redford. "Acabamos de levantarnos ahora [en Sundance eran las nueve de la mañana cuando tuvo lugar esta entrevista] y aún tengo los pies fuera de la tierra. Tengo todavía que asimilar la idea porque haber sido seleccionado era ya increíble para mí", afirma.

-¿Se siente uno distinto después de ganar en Sundance?

-Aún no nos lo podemos creer. Yo tengo los pies fuera de la tierra porque, además, este tipo de festivales te dan una especie de preaviso y este no lo hizo, por lo que contaba con no recibir nada. Así que fue una sorpresa total y absoluta. Me quedé completamente petrificado cuando me dieron la noticia. Tengo ganas ya de estar en Galicia y compartirlo con mi familia y con los productores, que son mi padre y mi tío.

-¿A qué preavisos se refiere?

-A que te suelen llamar o mandar un email para confirmar que vas a asistir a la ceremonia, y en el caso de Sundance no se dio esto. Tal vez porque tenían toda la información sobre mi vuelo, etcétera y sabían que iba a estar presente.

-¿Cómo surge "Matria"

-Emana de la historia de Francisca [Ramona, en la cinta], quien representa tanto el punto de vista más emocional de la película como el social y político. Ella cuidó de mi abuelo los últimos cuatro o cinco años de su vida e hizo que estos fueran para él unos años de mucho dinamismo también. A partir de ese momento me interesé por conocerla un poco más y así surgió mi admiración por ella y finalmente, este corto. Inicialmente, mi idea era contar su historia, pero luego me di cuenta de que podía ser un estandarte y dar voz a las mujeres silenciadas. Pero en ningún momento pensé que ese altavoz fuera a ser tan grande, pero bendito sea si se habla acerca de esta cuestión y del mito del matriarcado en Galicia, algo irreal que hay que desmontar. Esta cinta es mi contribución a todo el trabajo que se está haciendo sobre este tema.

-¿Y qué o quién ha promovido esta idea?

-Cuando los hombres emigraban, una de las maneras de amparar a las mujeres que se quedaban aquí era cederles todas las propiedades por si les sucedía algo a ellos o se casaban de nuevo más allá del Atlántico. E incluso a veces era el apellido de la mujer el que continuaba con la línea familiar, pero por una cuestión de necesidad pura y dura. Lo que existe realmente es el "matrilineado" y esto es lo contribuyó a esa falsa idea del matriarcado gallego.

-¿Cuál es, entonces, la realidad de la mujer gallega que se narra a través la historia de Ramona?

-La de una mujer sometida, en la sombra, que no tiene voz, que tiene limitada su libertad y que tira hacia adelante porque no le queda otra. Los hilos los llevan otros y ella es prácticamente una marioneta que está intentando sobrevivir, ya que tiene que trabajar, cuidar de su hija y de su nieta y hacer todo lo que tiene que ver con la casa, sin una pizca de ayuda y además, es lo que se supone que tiene que hacer una mujer.

-Ganar Sundance pone el listón muy alto. ¿Cómo afronta su próximo proyecto ahora?

-Da mucho vértigo, la verdad, porque ser seleccionado entre 9.000 cortometrajes ya es algo increíble. En un desayuno que celebró Robert Redford con todos los directores, nos habló de sus inicios y de lo inseguro y del miedo que tenía en el cuerpo, y nos decía que esto era normal y que teníamos que intentar gestionarlo. Pero el vértigo y el miedo están ahí, y hay presión, aunque intentaré separarme de todo esto y hacer lo que venimos haciendo, con el mismo equipo y de la misma manera.

- ¿La de cineasta es una carrera de fondo?

-Una de las grandes complicaciones de este oficio, que es como me gusta llamarlo, es que normalmente se practica muy poco y un cineasta, como un profesor, un científico..., tiene que practicar. Como en todo, es necesario hacer músculo, pero como director es complicado porque te metes en un largometraje y sabes que te va a llevar cuatro o cinco años y, de repente, cuatro o cinco años después te encuentras otra vez en el set y no tienes ni idea. Como en cualquier oficio, deberíamos estar constantemente rodando para ensayar, poder fallar y levantarte de nuevo. Tengo la sensación de que en Estados Unidos se puede fallar un poco más, que tienen más instaurado eso de voy a probar y me voy a lanzar. Y si fallo, da igual, me levanto y pruebo otra vez.

- ¿Y aquí?

-En Europa se apodera de nosotros el miedo, el ansia y la tensión. Yo espero estar tranquilo cuando ruede el próximo corto, en Vigo.