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Illas Atlánticas, un "laboratorio natural"

Un estudio liderado por el edafólogo vigués Xosé Luis Otero en las islas constata que las gaviotas fertilizan ese ecosistema con 45 toneladas de nitrógeno y 8 de fósforo anuales

Gaviotas sobre la icónica "Pedra da campá". // R. Grobas

El Parque Nacional Illas Atlánticas ha sido "un auténtico laboratorio natural" para extraer los primeros datos acerca de la relevancia de las aves sobre el ecosistema marino y oceánico. Y las gaviotas son tan relevantes en el ciclo global del nitrógeno y fósforo porque cada año fertilizan las Illas Atlánticas con 45 toneladas de nitrógeno y 8 de fósforo a través de sus excrementos. Este preciso dato es uno de los resultados de una investigación liderada por el profesor vigués de Edafología y Química Agrícola de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Santiago, Xosé Luis Otero, que ayer publicó la revista Nature Communication. Los datos del estudio suponen una "importante contribución" a los ciclos del nitrógeno y fósforo, elementos que, a su juicio, juegan un "papel crucial" en la productividad marina.

¿Por qué en los acantilados de las islas Cíes aparecen especies que no están por ejemplo, en Cabo Home -la costa de enfrente- o en el norte del litoral gallego o asturiano? Con esa pregunta de partida comenzaron los estudios de campo el equipo comandado Otero, como adelantó FARO en 2012. En zonas como las Illas Cíes pusieron una serie de parcelas en las que midieron las cantidades de nitrógeno y fósforo--cuya trascendencia radica en que se fija más al suelo, según los expertos-.

"El nitrógeno y el fósforo son los principales limitantes de la productividad marina, de ahí el gran interes de conocer con detalle su ciclo geoquímico. El nitrógeno es un componente fundamental para la síntesis de las proteínas y el fósforo para la formación del ADN; por tanto, dos componentes esenciales para la vida", aseguró ayer Xosé Luis Otero. "Hay mucha más productividad vegetal pero", por contra, los investigadores también sospechan que la presión de la colonia de gaviotas puede contribuir a la merma de una de las especies características de los acantilados gallegos como la famosa la herba de namorar". Esta última tesis está aun por comprobar.

Pero el calado de la investigación, titulada " Seabird colonies as important global drivers in the nitrogen and phosphorus cycles" trasciende a las Illas Atlánticas, que engloba los archipiélagos de Cíes, Ons y Sálvora. Para el estudio publicado en Nature Communication, el equipo gallego estudió el número de individuos de 320 especies marinas del mundo; lo que pesan, qué comen y lo que excretan; así como el tiempo que están en la colonia.

Además del profesor Otero, ha participado en el estudio el catedrático de Geografía Física de la USC Augusto Pérez Alberti y el investigador Saúl De La Peña, junto con investigadores de las Universidades de Sao Paulo (Brasil) y de la Autónoma de Baja California (México). Los investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela constataron que las aves marinas actúan como un "importante" canal de transferencia de fósforo y nitrógeno desde las aguas oceánicas a los continentes. Pueden modificar las condiciones ambientales de las zonas en las que establecen sus colonias de reproducción, transformando "drásticamente" la composición de los suelos, el agua y la vegetación.

Según sus cálculos, anualmente son depositadas en todo el mundo en las colonias de cría a través de los excrementos 591.000 toneladas de nitrógeno y 99.000 de fósforo. La importancia de esta cifra radica en que estas cantidades son "semejantes" a las de los aportes fluviales realizados por el conjunto de todos los ríos del mundo o del nitrógeno y fósforo extraídos de las aguas marinas por la actividad pesquera.

Los expertos han propuesto un nuevo término, 'ornitoeutrofización', para designar el impacto de las colonias de las aves marinas sobre los ecosistemas costeros.

Han analizado más de 3.000 colonias y han constatado que, pese a que las aves marinas se distribuyen por igual en las zonas circumpolares, más del 80% de nitrógeno y fósforo se deposita en el hemisferio sur, debido al mayor tamaño de las especies en esa parte del planeta, entre las que destacan los pingüinos -especialmente el de macaroni- en el hemisferio sur y el arao común en el norte. El estudio fue financiado por el Organismo Autónomo Parques Nacionales y el programa de Becas Leonardo de la Fundación BBVA.

El guano libró del hambre

Otero también incide en la importancia del 'guano' (término quechua usado para definir a los excrementos de las aves marinas en Sudamérica y en otras latitudes denomina los desechos de las aves marinas), porque tuvo mucho interés en el siglo XIX. "En Europa, que iba camino de una hambruna por el aumento de población y con la fertilidad de los suelos agotada, no había fertilizantes minerales con nitrógeno". Por eso, según apunta el edafólogo llegaban cargamentos de 'guano' de Perú en barco, donde se acumulaban "en montañas de 400 metros de altura" en zonas desérticas. Ese componente ayudó a paliar la hambruna, al usarlo como fertilizante hasta que se sintetizó el nitrógeno mediante procedimientos químicos.

Xosé Luis Otero - Profesor de Edafología y Química Agrícola en la USC

"Estudiamos 320 especies marinas: qué pesan, comen o el número de miembros"

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