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Javier Sierra: "Cualquier libro debe ser un viaje físico o existencial que ilustre a sus lectores"

"Cada autor empieza buscando su Santo Grial, su voz narrativa, pero uno nunca termina de formarse, es la gran maravilla y la frustración del oficio del escritor"

El escritor Javier Sierra. / Ricardo Solís

Javier Sierra (Teruel, 1971) lleva años capitaneando la lista de los más vendidos en el panorama literario español. Su estilo narrativo, que mezcla el género histórico con el misterio y el crimen, le ha convertido en uno de los autores nacionales con mayor prestigio internacional. Al término del pasado año su novela "El fuego invisible" le hizo merecedor del premio Planeta, el galardón literario del país mejor dotado económicamente -se embolsó 601.000 euros por su manuscrito- y uno de los más prestigiosos.

- Su nombre llevaba años sonando como posible ganador del premio Planeta. Pero se dice también que nunca se había presentado al concurso hasta el pasado año.

- Y es cierto, no me había presentado antes. Y también es cierto que, pese a eso, mi nombre estaba siempre por ahí flotando. Eran rumores, yo pasaba un poco de puntillas cuando salía el tema. Pero, al final, me lo tomé como una invitación para que, cuando tuviese una novela a la altura, la presentase. Eso hice y, bueno, salió bien.

- "El fuego invisible" habla de filosofía, de religión y del oficio de escribir. ¿Tuvo que adoptar el papel de investigador antes de sentarse a teclear?

- La verdad es que sí. "El fuego invisible" es una especie de gigantesco iceberg; el resultado refleja una pequeña parte de varios años de viajes y lecturas. La novela trata temas que me resultan muy interesantes como el arte románico y sus pinturas, que reflejan los temores y las obsesiones de nuestros antepasados. Como fruto de eso, nacieron algunos mitos a los que ellos se agarraron para tener esperanza. Entre ellos, el Santo Grial.

- Esa famosa copa tiene una presencia bastante relevante en la novela. Va ganando protagonismo a lo largo del libro.

- David Salas, el protagonista, sale en su búsqueda. Por mi parte, mi interés por este objeto viene de bastante antiguo. Soy un ávido lector de secretos de la historia y fue recabando datos.

- Salas también se plantea si un escritor nace predestinado a serlo. ¿Es así el oficio?

- En parte. El oficio del escritor tiene mucho de instinto en sus primeros pasos. Cada autor empieza buscando su Santo Grial, su voz narrativa. Pero después es un trabajo que implica muchas lecturas y vivencias; cuantos más años cumples, mejor eres. Uno nunca termina de formarse. Es la gran maravilla y la gran frustración del oficio del escritor.

- El libro también se puede leer como un viaje por Dublín, Madrid y Barcelona.

- Sí, bueno, en verdad cualquier libro es un viaje. Todo proyecto narrativo implica que los autores deban moverse desde una situación, bien sea física o emocional, hasta otra. Lo que importa en este caso es que el viaje sea enriquecedor e iniciático para el lector.

- Pero no todos los libros son tan profundos...

- (Ríe). Ahí ya no me meto. Yo en mis libros sí que trato de responder a las tres preguntas fundamentales del ser humano: quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. "El fuego invisible" por ejemplo, profundiza mucho en la primera cuestión y en por qué hacemos lo que hacemos. O en por qué los seres humanos necesitamos contar historias. Volvemos a la importancia del oficio del escritor del que hablábamos antes. En el libro digo que si no tuviésemos literatura no seríamos humanos. Y esa filosofía está presente en toda mi obra.

- De hecho, David Salas es un fanático de la etimología, del significado de las palabras.

- Sin duda. David es un homenaje discreto a Umberto Eco, un tributo. Él analizaba y diseccionaba cada palabra. Su obra es magnífica y siempre me fascinó.

- A usted lo suelen comparar con Dan Brown.

- Me lo dicen mucho, sí. Creo que es una simplificación y que en realidad esa etiqueta alude a que mis novelas tocan temas de carácter histórico conectados al misterio y el esoterismo. Brown hace algo similar, pero yo diría que él prioriza la adrenalina y la acción y que yo me paro más en el contenido y la verdad tras los enigmas. Pero yo le leo con agrado y me consta que él a mí también.

- N o es la primera vez que dice que, cuando los políticos hablen de cultura, usted hablará de política.

- (Ríe). Así me salgo de más de un apuro. Parafraseo a una bailarina de ballet, Alicia Alonso, que hace años dijo que cuando Castro hablase de "El lago de los cisnes" ella debatiría los asuntos políticos de Cuba, su país.

- Además del prestigio, tampoco está de más hablar del premio económico, de 601.000 euros. ¿Qué va a hacer con todo eso?

- Voy a comprar lo más anhelado por cualquier persona: tiempo. Con ese dinero podré dedicarme a estudiar, leer y profundizar en los temas de mis futuras novelas y proyectos.

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