Enrique Barón Crespo (Madrid, 1944), profesor universitario, abogado, ensayista, político y melómano empedernido, inició su lucha con el mayo del 68 y fue uno de los líderes de la Federación de Partidos Socialistas en el comienzo de la Transición. En 1977 se afilió al PSOE y fue elegido diputado por Madrid. En 1982 Felipe González le nombró ministro de Transporte, Turismo y Comunicaciones. En 1986 obtuvo escaño en el Parlamento Europeo, que presidió entre 1989 y 1992 y representó a la Eurocámara en la Conferencia Intergubernamental del Tratado de Lisboa y ejerció como presidente del Movimiento Europeo Internacional entre 1987 y 1989. Ha sido jurado de los premios Princesa de Asturias y preside la Fundación Yehudi Menuhi España y la European Foundation for the Information Society. Además, es miembro del comité de sabios de los "think tank" Notre Europe y Gold Mercury International. Estuvo casado con la pintora y artista española Sofía Gandarias, fallecida en enero de 2016 y tiene un hijo
-En el Parlamento Europeo escuchaba a los griegos hablar constantemente de "sinfonía", que significa acuerdo en su idioma. ¿La gran sinfonía europea corre el riesgo de quedar inacabada?
-La sinfonía europea está en periodo de composición y efectivamente, está inacabada. Creo que ya tiende más a la armonía. Hasta hace muy poco hemos estado a punto de encontrarnos con la disonancia absoluta. Los griegos utilizan mucho la palabra y también "armonía", que es el resultado de la sinfonía.
-Ese peligro de disonancia europea del que habla, ¿se aleja definitivamente con la gran coalición alemana, el Gobierno de Macron y la postura de la UE ante la crisis de Cataluña?
-Hubo un peligro real y muy cercano, sobre todo en el momento álgido de la crisis. Estuvimos a punto de rozar el desastre y de volver a las andadas. Europa tiene abundantes experiencias de desastres, no debemos olvidarlo .
-La situación política del resto de grandes bloques mundiales no contribuye demasiado al sosiego?
-La UE no está sola en el contexto internacional. La rodean diferentes realidades. En este momento Estados Unidos, nuestro principal aliado, tiene un presidente partidario de que el Brexit se extienda. Del otro lado se encuentra Putin. La canciller Merkel lo advirtió: tenemos que resolver nuestros propios problemas.
-Desde España existe la percepción de que Bruselas no sigue un rumbo claro. ¿Hacia dónde debe caminar la Unión?
-Debemos ir a una unión política, económica y monetaria. El rumbo está especificado en los tratados y también en las reflexiones políticas y sociales. Eso de que la gente no comprende las cosas de la UE no es cierto. Todo el mundo entiende las cosas razonables: la moneda única, la ciudadanía europea, las medidas de control de los alimentos, el fin del roaming?todo eso es política europea y nos afecta cada vez más en el día a día. El gran valor de Europa es la paz. La Unión Europea es tejedora de paz. Somos la región del mundo con un modelo social más equilibrado y justo. Por lo que para nosotros va muy mal otros se juegan la vida, con el objetivo de llegar al "paraíso".
-España, cuarta economía de la Eurozona, no figura entre los países que realmente deciden y pesan. ¿Cuál es la razón?
-Estamos muy ensimismados en nosotros mismos. No tenemos un protagonismo europeo y eso se paga en nuestra presencia en las instituciones. Debemos empezar por poner a Europa en la Constitución y a las autonomías en el artículo II. Ya es hora de debatir nuestra realidad pensando en Europa. Así lo avala un dictamen del Consejo de Estado del año 2006, que por cierto, solo votó en contra José María Aznar. Europa tiene que estar presente en las reformas.
-Fue el primer diputado que habló catalán en las Cortes. Ya ha llovido?
-En este momento España está siendo objeto de observación, interés y admiración en Europa. Estamos resolviendo de forma civilizada y democrática una crisis que ponía en juego la construcción europea. Juncker habló muy claro en el Teatro Campoamor el pasado mes de octubre. La postura de la UE sobre Cataluña está muy clara. La vida es resolver problemas y el de Cataluña se está solucionando de acuerdo con la Constitución española, que tiene bastantes más adhesiones que desafecciones y además se puede reformar. En España por primera vez no resolvemos los problemas tirando las normas a la basura. También tiene que haber lealtad, no unilateralidad.
-¿El Estado federal se consolida en el horizonte?
-España es un país federal, el que más se parece a Alemania en Europa y funciona en el 80% de las cuestiones como una Federación. Ahora bien, el federalismo se basa en la aceptación de compartir un destino. ¿Queremos ser leales a las normas que nos hemos dado? Esa es la pregunta que no nos hacemos nunca. Deberíamos hablar más de lealtad y subsidiaridad.
-¿Y la monarquía?
-Bueno, Bélgica es una federación. No se trata de aplicar una plantilla. La monarquía de los Austrias tenía rasgos de tipo federal. España es una especie de monarquía republicana. Fíjese, a Francia le pasa lo contrario. Es una república con muchos rasgos de monarquía.
-Apoyó a Pedro Sánchez y sigue fiel a las siglas del PSOE. ¿Cuestión de lealtad?
-Sigo siendo de los míos. Me he retirado de la política activa pero sigo pensando que los grandes principios de la socialdemocracia siguen vigentes. El PSOE ha vivido una profunda crisis y un ataque frontal. Efectivamente, yo apoyé a Pedro Sánchez y creo que las cosas se van recomponiendo. Una de las consecuencias de la crisis fue el giro de los conservadores a una derecha dura. Hay que trabajar mucho y conseguir superar la crisis de la izquierda.
-¿Le inquieta el ascenso de Ciudadanos en las encuestas?
-Los que me preocupan son los partidos antisistema. Es cierto que Ciudadanos compite con el PSOE.
