El Papa recordó ayer el sufrimiento de los niños en "un mundo azotado por vientos de guerra" y pidió convertirlo en uno más digno para ellos, en su mensaje de Navidad pronunciado desde la logia central de la basílica de San Pedro. Antes de impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi de Navidad, Francisco habló de un mundo "azotado por vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya superado que sigue provocando degradación humana, social y ambiental". Francisco hizo una llamamiento "para hacer que nuestro mundo sea más humano, más digno de los niños de hoy y de mañana". Concretamente, pidió "paz para Jerusalén y toda la Tierra Santa" y rezar para alcanzar "una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados".

Asomado en la logia central de San Pedro, el Pontífice argentino invitó en el día de Navidad a reconocer en el Niño Dios, "los rostros de los niños, especialmente de aquellos para los que, como Jesús, no hay sitio en la posada". Entonces repasó cada rincón de la tierra donde sufren los niños, como en Medio Oriente, donde "siguen sufriendo por el aumento de las tensiones entre israelíes y palestinos". "En este día de fiesta, invoquemos al Señor pidiendo la paz para Jerusalén y para toda la Tierra Santa; recemos para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional", abogó.

El Papa también recordó "los rostros de los niños sirios, marcados aún por la guerra que ha ensangrentado ese país en estos años" y rogó para que en "Siria pueda finalmente volver a encontrar el respeto por la dignidad de cada persona, mediante el compromiso unánime de reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión a la que se pertenezca".

Desde que comenzó su pontificado, Jorge Bergoglio ha dedicado su mensaje de Navidad a azotar las conciencias con los males que afligen al mundo en un día especialmente feliz para los católicos. Continuó así hablando de los niños de Irak, "que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años", y de los niños del Yemen, "donde existe un conflicto en gran parte olvidado, con graves consecuencias humanitarias para la población que padece el hambre y la propagación de enfermedades".

"Vemos a Jesús en los niños de África, especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en Nigeria", añadió Francisco.

El Papa tampoco pasó por alto el drama de los migrantes en el mundo, a menudo "expulsados de su tierra" por dirigentes dispuestos a hacer derramar "sangre inocente", durante su homilía de Nochebuena, en un llamado a la "caridad" y la "hospitalidad". Bergoglio, hijo de migrantes italianos, hizo de la suerte de los refugiados uno de los temas fundamentales de su pontificado. En su tradicional Misa del Gallo, en la que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Papa recordó que, según el Evangelio, María y José huían debido a un decreto romano. "En los pasos de José y María se esconden tantos pasos. Vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar". "Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra", añadió.