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"Bright": los orcos llegan por Navidad

Will Smith protagoniza un filme de Netflix en el que elfos, humanos y magos conviven en la actualidad

Will Smith y Joel Edgerton en una escena de la película. // Nettflix

Cuando se piensa en elfos, dragones, orcos o magos rápidamente viene a la cabeza un mundo medieval de grandes bosques, relucientes armaduras y poderosas espadas. ¿Qué ocurre si se traslada a todos esos personajes a nuestro futuro y se establece una sociedad en la que se vean obligados a convivir? El resultado es "Bright", una película creada por Netflix que se estrenó el pasado 22 de diciembre en esa misma plataforma.

Will Smith da vida a Scott Ward, un cansado agente de policía de Los Ángeles al que le han asignado como compañero a Jakoby, el primer orco de la historia que ha ingresado en el cuerpo. Jakoby, un ser de buen corazón y humilde, no solo es rechazado por Ward y el resto de policías, sino también por los de su propia especie, al no ser considerado un "sangre pura". El destino les llevará a embarcarse en una empresa en la que, acompañados de una elfa hechicera, deberán frenar a un antiguo clan que pretende resucitar al Señor Oscuro, un mal que asoló la Tierra hace miles de años.

"Bright" lo tiene todo para triunfar: actores conocidos, una historia fantástica, la originalidad de la trama, la fecha de su estreno? Sin embargo, este relato fantástico hace aguas por todos lados. ¿Qué le ha pasado a Will Smith? En algún momento de su carrera quiso ponerse más serio (con algunos éxitos destacados como "En busca de la felicidad"), pero en el camino se le olvidó como volver a divertir. Entre sus últimas películas no destaca ninguna por su actuación. En este "blockbuster" navideño trata de ser ese perdedor hastiado de su vida y de su trabajo. Una interpretación a la que le ha cogido el gusto en los últimos años. No hay rastro de ese carisma ni de ese humor que tanto éxitos le dio en el pasado y que es fundamental en un filme como este, sobre todo si es Smith quien encabeza el cartel. Por otro lado, la trama es más bien digna de una capítulo de una serie que de una película, con un ritmo lento y una conclusión que carece de la épica que promete una historia del estilo. Únicamente destaca el camaleónico Joel Edgerton en su personaje del orco Jakoby.

El volátil director David Ayer, capaz de firmar un guión imprescindible como "Training Day" o un desastre como "Escuadrón Suicida", no logra profundizar en una idea que tenía un sinfín de posibilidades. La película no deja de ser una metáfora de la sociedad estadounidense en la que los orcos son un reflejo de los afroamericanos, desde los pandilleros de gorra y pantalón ancho hasta aquellos que, pese a su esfuerzo y trabajo, tienen dificultades en ascender a otros estratos solo por su condición. Los elfos son la élite. Ataviados con ropas de marca, trajes de lujo, coches caros, y con las clases bajas como sirvientes, son la viva imagen de esa clase poderosa que gobierna a los demás solo por haber nacido en el lugar correcto. Lo que vemos, no deja de ser el mundo "El Señor de los anillos" en nuestros días. Rivendel es Beverly Hills y Mordor un barrio profundo de la urbe. Lástima que solo se haya quedado en eso.

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