El ajetreo cotidiano del bar "Cascudo", ubicado en una zona de tránsito entre la A-8 y la N-634 en San Xoán de Alba, a pocos kilómetros de Vilalba, entraba ayer en suspenso. Llegó la hora de comer y a pesar de que el local estaba lleno, en ninguna mesa estaba servido el habitual menú del día, a no ser que las botellas de champán y de cerveza cuenten como alimentos. Como explicaba Ánxeles, empleada que se siente tan de la casa como los regentes del local, los Eimil, ayer los clientes y los gestores del locales se fueron a su hogar satisfechos con un único plato: la alegría.

Los Eimil y Ánxeles estuvieron muy ocupados sirviendo abrazos y recogiendo la felicidad de sus clientes habituales, amigos y familiares, entre los que repartieron -aunque tampoco se olvidaron de ellos mismos- en torno a 200 millones de euros gracias sobre todo al capricho del azar pero también al de José -Pepe- Eimil, a quien desde que abrió el local, hace ya casi un cuarto de siglo, le dio por vender lotería de Navidad acabada en 8, como explica su hija Patricia.

Pero hoy la historia seguirá su curso y aunque desde detrás del mostrador han puesto rostros a un "milagro", como decía Pepe, el menú volverá hoy a su lugar y la prueba es que tienen reservada mesa una treintena de niños para una celebración. Por ahora, a Patricia se le ha ocurrido que con el dinero pueden arreglar el bar y aunque tanto para ella como para su hermano David es pronto para aparcar el trabajo porque los 30 aún asoman lejos en el horizonte, quizás sí retiren a su madre, que "está harta de trabajar". A su padre no. Como bromeaba ayer, a él el dinero del premio no lo retira porque ya lo está.

Aunque la cuenta corriente de la mayoría de los vecinos de la localidad haya engordado lo que pesa un décimo "gordo", 320.000 euros (Hacienda se lleva 80.000 de cada décimo), y la prueba de su potencial es que varios agentes bancarios se acodaron a lo largo de la jornada en el mostrador y no precisamente por razones de ocio, la impresión general entre los premiados, entre ellos ganaderos, autónomos o albañiles, es que todavía no ha llegado la hora de jubilarse.

Pero la cantidad (en algunos casos repetida casi tantas veces como miembros de la familia) da para unos cuantos alivios. Algunos, como "Choco", ganadero, y Miguel, albañil, ponen en el punto de mira las deudas y "muchos agujeros" que hay que tapar. "Es una zona ganadera y los sueldos son pequeños. Cayó perfecto el premio", explica "Choco" mientras Miguel demuestra que la suerte se contagia: él la transmitió con un décimo que regaló para una comunión. Otros todavía no saben qué hacer, como José, que primero pide tiempo para "asimilarlo".

Para algunos la noticia viene casi en formato de guion de cine, como para una joven que explica que cuando estaba firmando el fin de contrato le estaba tocando la lotería o para José Antonio, quien ha visto compensada su "gira" de compra de lotería por "todos los bares" de la contorna con el cumplimiento de un deseo: "Estoy contento porque nací con una aspiración. A pesar de que quizás me equivocaba, pensaba que un día iba a ser feliz como sé que me voy a morir y llegó el día, puedo proclamar que soy feliz". También Ánxeles, la trabajadora del bar, puso su grano de arena y materia prima de anuncio navideño al hacer que otro vecino pudiera sentir lo mismo tras reservarle medio décimo después de que su conciudadano, al que quiere "como a un padre", se hubiera "despistado" y quedado sin él.

Pero los vecinos de San Xoán de Alba y alrededores, junto a peregrinos y gente de paso, trabajadores, "gente normal, millonarios ninguno, le viene a todo el mundo bien", como dice Pepe Eimil y suscribe su esposa Pilar Ferreira al hablar de gente "humilde" y "trabajadora", no son los únicos afortunados. A pocos kilómetros, en Vilalba, un concello donde los parados superan el millar, el número cantado por los niños Yossueff Salhi y Noelia Katiuska también alegraba las fiestas al cuadro docente y a otros trabajadores del colegio de primaria Insua Bermúdez, que se repartieron 109 décimos, o a trabajadores del Parador de Turismo.

La magia la hizo la administración número 1 de Vilalba, que no solo ha repartido el Gordo, sino que lo ha acaparado, al distribuir 130 series de las 170 que hay, es decir, tres de cada cuatro euros premiados por el trofeo más cotizado de la Lotería de Navidad, en la capital de la Terra Chá. La suerte de Vilalba ha implicado que sus competidoras, como la famosa Bruixa d´Or, se tuviran que conformar con las 40 series restantes.

Al establecimiento, casi centenario y que cuenta ya en su haber, según su trabajadora Maricarmen Fernández, con primeros premios de jueves y sábado, le quedaba la espinita del Gordo de Navidad y se la ha podido quitar a lo grande, lo que suscita el entusiasmo de sus trabajadoras. Así, Mari Carmen compite en "ilusión" con Pepe, del "Cascudo", y explica que no solo es "muchísima alegría" el darlo por fin, sino que "esté tan repartido y que sea tantísima cantidad". "Son muchos décimos y por tanto muchas personas afortunadas", señala, para subrayar que a muchos "sin duda les cambiará la vida" y que además es "una recompensa" a su labor.