Junto a ello, se ha acelerado el laxismo moral de los jóvenes que, al igual que treinta años atrás, lo que más critican son los comportamientos que afectan a la moral pública y a las reglas de convivencia frente a los de ámbito privado, familiar o sexual. Sin embargo, aunque aún piensan que las conductas más injustificables son el terrorismo y la violencia de género en el ámbito de la pareja, su permisividad hacia ellas es mayor que antes. Especialmente la mostrada hacia comportamientos que hasta 2005 se justificaban cada vez menos, como causar destrozos en la calle, hacer ruido los fines de semana o aceptar un soborno en el cumplimiento de sus obligaciones pero, sobre todo, la pena de muerte y la clonación de personas.

Por contra, lo que más justifican son la adopción de hijos por parte de homosexuales o lesbianas y la decisión de una mujer de tener un hijo sin pareja estable o el divorcio.