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Miguel Barnet: "La RAE debe hacer un diccionario de españolismos"

"A mi edad he de contarlo todo, o lo cuento ahora o nunca", sostiene el escritor

Miguel Barnet. // A. Castillo

El escritor Miguel Barnet es presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (2007) y además miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, diputado a la Asamblea Nacional y miembro del Consejo de Estado.

- ¿Aún tiene ganas? ¿Escribe mucho?

-Yo siempre, más que nunca.

- ¿Y cómo va de proyectos?

-Tengo muchísimos y ambiciosos.

- Pero por el camino, ya largo, algo se pierde ¿No le parece?

-Sí, por ese camino, todos perdemos, lo uno por lo otro.

- Por ejemplo, hay una desgarradura...

-¿Qué desgarradura?.

Mira, calcula, hace cara de caerse del cielo como en un sueño recurrente, o en una pesadilla, y cae en la cuenta, la entrevista va en serio, no se juega a quedar bien..., no hay pacto de silencio y cortesía.

- Me refiero a que se pierden los amigos, hay conflictos, choques.

-No fue una desgarradura, solamente eran diferencias ideológicas.

Él sabe a qué me refiero, es inteligente y hábil. Va por el poeta de Fuera de juego, por Heberto Padilla. No es por casualidad, ya el fino escritor, el representante de la Asociación de Escritores de Cuba, sabe que esa sombra es gigantesca, el caso Padilla no acaba nunca, no es un caso cerrado.

-No, él no estaba contra Cuba, no estaba contra la revolución, era, además un gran amigo de Fidel Castro, que lo admiraba. Y sintió mucho su desafección.

- Y hoy lleva usted esa bella corbata...qué él le regaló. Qué extraña coincidencia.

-No lo es, las coincidencias no existen. Me la regaló en París, cuando yo era embajador en la Unesco y el vino, siempre me traía cosas, la nuestra era una verdadera amistad. Bueno también usted lleva una hermosa corbata.

- Sí, es de Karl Lagerfeld, se las hace para sí mismo y me regala alguna, no hay dos iguales en el mundo. Como los poetas, únicos e irrepetibles, como Lezama Lima, como Carpentier.

-Pues me gusta. Yo trabajé años y años con Carpentier, en la Asociación de Escritores, y luego treinta años con Nicolás Guillén, pero eran completamente distintos, por lo que acaba de decir.

- ¿Cómo era Carpentier visto de cerca?

-¡Oh! Él era un mitómano, él vivía de las mujeres mayores que él, en París, en los años 20, nada menos,y deallí cogió y se vino para acá al Congreso de Intelectuales Antifascistas de 1937 lo que ahora celebramos, ahí es ná, han pasado 80 años, tantos como tengo yo. Comencé a trabajar con él en 1969. Era un buen conversador y un chismoso. Y un gran narrador. Me convertí sin más en traductor, y puse manos a la obra y traduje A sangre fría al español, pero la edición que circula en España es otra, está llena de "españolismo". La Real Academia de la Lengua habrá de revisar un día y hacer un diccionario de españolismos, porque esos vocablos, no son los que se usan en el resto de países que hablan el español, me entiende ¿no?

- Creo que aún vive en su casa, en el Vedado.

-Si la casa de mi abuelo y la de mi padre. El fue presidente de Cuba, con la democracia.

- Esa casa maravillosa, en la zona más lujosa, pero que usted, que tenía ahí los recuerdos familiares, los tuvo que vender, me dijo una vez.

-Sí, me desprendí de muchos recuerdos, de forma forzosa, no puedes vivir en un museo. Eran demasiados fantasmas, me iba a convertir yo en un fantasma más.

- Bueno pues hábleme de otro gran amigo, a quien adora, de Nicolás Guillén.

-Nicolás tenía un gran sentido del humor, era el hombre más enamorado del mundo. Es nuestro poeta nacional, es un poeta de Cuba y del mundo. No me explico cómo el destino me unió a dos escritores tan diferentes. Yo tenía entre 30 ó 40 años entonces. Él estuvo con la delegación oficial de 1937, como mi amigo Pita Rodríguez y ambos luego hicieron un informe del viaje. Cuando yo vine, la primera vez, en 1987, venía con él, qué gran hombre, pero a él no le permitieron hablar, le quitaron la palabra, pidió la palabra y la mesa del congreso ese no se la dio. Fue algo vergonzoso. Porque ahí estaba el agente de la CIA, ese cubano de cuyo nombre no me quiero acordar, ese que traicionaba la Revolución Cubana y servía a Reagan, como Vargas Llosa, que defiende los intereses de la banca, y Octavio Paz, que pasó de comunista en 1937 a servidor del Capitalismo. Vargas fue amigo de Cuba y luego estaba ya muy distante(le vi, claro cuando vine).

- ¿Pero qué recuerda, con qué se ha quedado?

-La Guerra del 36 es una referencia para mi generación. Y no sé si para la de usted, diez años son mucha diferencia, un abismo. Cuando nos levantamos contra Machado, contra Batista, pensábamos en España, mi padre estuvo aquí, durante la República y luchó contra esos dos monstruos.

- Mire cuantos amigos deja...

-Ahora saldrá en Francia de nuevo Cimarrón. Y por Gallego me hicieron un homenaje en Galicia. Bueno me recibió el presidente de allá (¿Don Manuel Fraga o García Sabell?). Y de La canción de Rachel hay película.

¿Cuánto tiempo hace que no viene por Cuba?

- Pues desde 1998, para ver Finca Vigía.

- Vuelva, venga a verme, ahí estamos, en el corazón del Caribe. Yo un poco achacoso, con dolor de cadera...

- Quisiera volver a ver en qué para todo, para saber de la Cinemateca, de Finca Vigia (¿qué paso carajo con el último huracán?).

-Tuve suerte, no hizo daño a mi casa, pasó al lado. Estamos de pie. Resistimos.

- Sí, los árboles mueren de pie. No me extraña que esté mal de esa cadera, demasiado bailongo a su edad.A mi edad ya no estaría en el Palacio del baile, ya no doy de sí. Mejor veo Danza Cubana o al Ballet Nacional de Cuba, que son grandes.

-Bueno si no quieres ya bailar más...tú te los pierdes. Nos vemos en El Vedado compañero.

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