"Llegar a educar nuestro espíritu para que sea capaz de vibrar delante de la Belleza ya es gran cosa, si lo conseguimos, quedo satisfecha. Pues la Belleza que hay en el mundo es la Virtud, la Honestidad, la Bondad y la Verdad", escribió hace más de medio siglo Antía Cal junto a Antón Beiras en el final del libro ahora reproducido por Laiovento que recorre "el mundo desde los primeros tiempos, vemos tierras y gentes lejanas, investigamos en las obras de nuestros abuelos, solamente para guiar tu sensibilidad nueva por los caminos del arte". Dirigido a un niño, que en realidad son sus cuatro hijos como desvela la dedicatoria: "A mis hijos".

"El arte es la sencillez, tus ojos de niño, aún no cansados de las formas, pueden ver con más claridad la armonía de las líneas, la gracia y serenidad de cuanto hermoso hay a nuestro alrededor. Vamos a tratar de ir viendo cómo el Arte está cerca de nosotros, en todas las esquinas. Hay Arte en la espiga que se deja mover por el viento fresco, hay Arte en la mirada melancólica de una vaca rubia, en una gamela deslizándose sobre las olas, en el volar de una gaviota, en el canto jubiloso de un pajarito...", comienza el relato en el que explica que además, están los "artistas", "que nacieron con un genio especial que les permite ver en las cosas naturales más allá de lo que los ojos de cualquiera pueden atisbar". Los primeros folios mecanografiados se adentran en Egipto y llegan tras varias etapas a Roma, donde la lengua latina da pie a una de las muchas referencias a Galicia. "El gallego es hijo del latín, de aquella lengua que hablaban los ejércitos de Roma", indica el ensayo. "La historia es como un cuento que la mayoría de las veces se repite siempre", manifiestan los galeguistas en un texto en el que se detienen en el arte románico y el feudalismo dominante. "Fue Nuestra Tierra de los primeros pueblos de Europa que alentó esta revuelta contra el señorío, se le llamó la lucha de los Irmandiños. Sin embargo, nosotros no tenemos que detenernos en los hechos equivocados o sangrientos de la Historia, vamos solo tras el Arte, la herencia generosa que tenemos de aquellas gentes", matiza.

También transcriben las siete cantigas de amigo de Martín Códax, "el trovador del Mar de Vigo". "En nuestra tierra hemos gozado mucho de la música y nuestro pueblo crea un fino y profundo folklore lleno de gracia, retranca, fuerza, melancólico y dulce", subrayan en uno de los capítulos dedicados a los músicos. "Galicia gusta de la música como gusta siempre de toda clase de arte", añaden a lo largo de un relato escrito en plena dictadura y repleto de orgullo galeguista, tanto por los antepasados como por los coetáneos -Laxeiro, Lugrís, Díaz Valiño, Portela Paz...- ya que su hermoso recorrido abarca hasta el arte contemporáneo.