Un crecimiento económico hasta ahora siempre ha ido acompañado de un progreso social pero no ha sido así en el caso de España, donde la recuperación de la crisis ha supuesto, por primera vez, mayores desigualdades con empleos precarios y salarios más bajos. Partiendo de esa premisa, uno de los economistas más eminentes del país, el vigués Antón Costas, busca la explicación y las soluciones a través de su último libro "El final del desconcierto" (Península).

"Se ha roto el nexo entre el crecimiento de la economía y el progreso social, nosotros somos hijos de una época en la que el crecimiento era síntoma de progreso social, independientemente de ser de izquierdas o derechas, pero eso ahora da la impresión de que se ha roto", subrayó el catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona durante su conferencia en Club FARO, donde abogó por la necesidad de reconstruir un "contrato social" como el que se estableció en Europa tras la Segunda Guerra Mundial para garantizar el principio de igualdad de oportunidades que llevó a crear los sistemas públicos de educación y sanidad y eliminar la pobreza de los mayores a través de un seguro público de desempleo, las prestaciones y las pensiones. En España, recordó, se hizo más tarde, en 1977 en los conocidos como "Acuerdos de Moncloa" entre los partidos de izquierdas y derechas, sindicatos y patronal de los que también surgió ese "nuevo estado social para repartir mejor la riqueza" que se iba a financiar a través de la creación de impuestos como el IRPF, el IVA o el de beneficios. La izquierda, explicó a "grosso modo", "aceptaba la economía de mercado en lugar de ser el enemigo a batir a cambio de que la derecha aceptaba una redistribución de la riqueza".

"En gran medida, España hoy en día es un país sin contrato social y nuestro objetivo debería ser reconstruirlo", abogó el también presidente del Observatorio de Análisis y Evaluación de Políticas Públicas de la institución académica catalana.

Así, explicó que la pérdida de dicho contrato social es la que explica el "desconcertante" comportamiento de la economía en España, "el único país que en las últimas tres décadas se ha enfrentado a tres crisis" que han desembocado en cifras de paro superiores al 20 por ciento. "En los 80 con una tasa de paro del 25 por ciento, en los 90 de nuevo con uno del 24 por ciento y ahora de nuevo", recordó. "Algo raro hay", dijo.

Durante su intervención, Costas citó en varias ocasiones el "Informe de Otoño" de la Comision Europea, publicado hace dos semanas, que remarca que en España hay catorce millones de personas en el umbral de la pobreza o por debajo y también indica que el crecimiento económico en Europa es "incompleto y atípico, que no son adjetivos habituales en los informes oficiales". Así, remarca el experto, "una de las mayores sorpresas de la Comisión Europea y también del Banco Central Europea es que la economía crece, el número de empleos también pero los salarios son cada vez más bajos".

El "contrato social, entendido como contrato mercantil o civil y no tanto como consenso o pacto es el pegamento invisible que une a las sociedades en los países que funcionan bien", aseveró.

Sin embargo, prosiguió el economista vigués, ya a mediados de los 80 y sobre todo en la década de los 90 "comenzó a estropearse porque el salario real que hasta entonces siempre había crecido, comenzó a ir siempre a la baja". Esa desigualdad, explicó Costas, "se fue ocultando porque lo que no llegaba a través del salario se compensó con el crédito" y de ahí surgió la última crisis.

De la ruptura del contrato social, que se completó a partir de 2010 con las "políticas de austeridad" y que "se centraron en recortes en sanidad, educación y, en menor medida, en pensiones" surgieron, según explicó Costas, "los movimientos sociales como el 15-M y los nuevos partidos de izquierdas -en España- e independentistas -en Cataluña- de raíz populista".

Está en las manos de los ciudadanos, aseguró, el decidir el "contrato social que queremos, porque las fuerzas políticas nos están ofreciendo modelos diferentes" entre los que citó el modelo que funcionó hasta ahora, el de Donald Trump en Estados Unidos o el de los gobiernos populistas de izquierdas pero también el de Emmanuel Macron en Francia, no solo en base al abanico político sino también al modelo económico más o menos aperturista. "Somos nosotros a la hora de votar los que decidimos qué tipo de contrato queremos", insistió Costas, que se confesó "inclinado hacia una economía que no se cierre, que no se proteja demasiado y en la que las empresas tengan libertad para generar riqueza".