A sus 84 años de edad, Leopoldo Abadía derrocha sabiduría y buen humor a la hora de explicar cómo ha guiado a su extensa familia, conformada por 12 hijos y ya medio centenar de nietos. Ante un auditorio del Club FARO repleto, desgranó algunas de las anécdotas que cuenta en su último libro, "Abuelos al borde de un ataque de nietos" (Espasa), en el que habla de sus 48 nietos aunque, como remarcó ayer, "otro está en camino y un nieto se ha casado, con lo que he ganado otra nieta, así que ya son cincuenta".

"Me casé en 1958 y mi primera hija nació un año después, en el 59, y no fue hasta 2007 cuando pagamos el último recibo del colegio del pequeño. Nuestra crisis ha durado 48 años", subrayó Abadía, de profesión ingeniero industrial y que comenzó a escribir hace una década, a los 74 años, precisamente sobre economía.

"Pasé de señor normal a lo que soy ahora, que no sé lo que es, porque comencé a escribir un diccionario para mí con las cosas que iba encontrándome en los periódicos y tras enviárselo a un amigo comenzó a pasarse de unos a otros pero no iba firmado ni nada y a los quince días me dijeron que se creía que lo había escrito un joven estudiante universitario. Luego me llamaron de la editorial para que escribiera un libro", resumió Abadía, que tras publicar cuatro libros sobre economía comenzó a escribir sobre la familia. "Mi primer libro iba a ser sobre 26 cosas que hay que hacer para que la familia funcione bien pero en la portada pusieron 36 y me puse a buscar otras diez y al final me salieron 53", bromeó.

Una de las "recetas" para que la familia funcione, subrayó, es "dejar libertad absoluta, la gente ha hecho lo que le ha dado la gana y ha salido bien, lo que hemos hecho siempre es distinguir lo importante de lo que no lo es porque realmente importantes hay muy pocas cosas en la vida. Hay que dar importancia solo a lo importante", insistió. Dentro de esa libertad, existen no obstante algunas "reglas no escritas" pero que se inculcaron a sus hijos y "ahora a los nietos".

Entre ellas, "no comer nunca con los móviles ni la televisión, porque en la mesa estamos hablando", aseveró. En la mesa, además, explicó que "nunca se levantan las mujeres, ellas suelen hacen la comida pero luego, cuando estamos en la mesa, son los hombres los que van a buscar lo que falta y los que recogen, y lo hacen mis hijos, mis nietos y los amigos de mis hijos y ahora los de mis nietos cuando vienen", recalca. Otra de las normas es "no decir tacos en casa, fuera que digan lo que quieran y que se atengan a que si alguien les da una bofetada. Incluso yo cuando digo un taco delante de mi mujer lo digo en bajito", prosiguió el escritor entre las risas de los asistentes en el Auditorio Municipal do Areal, recalcando la importancia del "respeto".

Precisamente fue su mujer, Elena, la que tuvo la idea "profética" de establecer la primera y más importante norma cuando nació su primer nieto, que ya cuenta con 27 años. "Dijo que como suponía que tras aquel vendrían más, que no íbamos a cuidar nunca a los nietos salvo en caso de emergencia y eso es lo que nos ha permitido vivir. En caso de emergencia, lo que haga falta, pero para salir por ahí por la noche o irse de vacaciones que paguen a una canguro. Eso es lo que te permite estar muy tranquilo", añadió.

No obstante, matizó que "ahora ha cambiado el concepto de emergencia" y que los abuelos de hoy en día cuidan a sus nietos porque sus padres salen tarde de trabajar "y si pueden ayudan a bañar a los chavales y darles la cena les hacen un favor tremendo", afirmó.

Abadía negó que los abuelos estén para "malcriar" y afirmó que "educan de otra manera". Además, hizo hincapié en que "la responsabilidad de educar a los hijos es única y exclusiva de los padres, el colegio colabora porque los padres no saben enseñarles geografía, matemáticas o historia" y entre los consejos tampoco olvidó el "callarse, porque de callarse nadie se arrepiente", "creer siempre a los hijos" y educarles en valores y la cultura del esfuerzo. "Los viejos tenemos la ventaja de que hemos sido austeros, pero por obligación", afirmó.

"Yo con mis nietos no me entiendo. Si la mayoría de las veces no se entienden a ellos mismos, ¿por qué voy a luchar para entenderles? Lo que hay que hacer es quererles mucho", subrayó Abadía, que dijo ser "feliz". "Es obligatorio, tengo una familia maja y los problemas serios no te quitan la felicidad, te dan preocupación", recalcó. De hecho, para él "lo más importante" es que un hijo, y ahora los nietos, sean "majos". "Ser majo es ser noble, sincero, leal y que cuando habla te mire a los ojos, eso es lo fundamental", concretó.