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Goretti Cabaleiro Cerviño: "Chile ofrece muchas oportunidades para los jóvenes profesionales"

Experta en licencias tecnológicas y natural de Salceda, es docente e investigadora en la Universidad Alberto Hurtado del país andino

Goretti, en el Parque de las Esculturas de Santiago de Chile, con el Costanera Center de fondo, el edificio más alto de Latinoamérica.

Le costó acostumbrarse a su vida como "erasmus" en Lisboa pero acabó cogiéndole el gusto a viajar y en 2014, tras un doctorado que incluyó estancias en EE UU e Italia, ponía rumbo a Chile, donde esta experta en contratos de licencia en el mercado tecnológico trabaja como profesora e investigadora de la Universidad Alberto Hurtado. "Me fui de España por decisión propia, porque me encanta vivir en el extranjero y estoy muy feliz. Es un país que ofrece muchas oportunidades para los jóvenes profesionales y te permite crecer laboral y personalmente. Además también fui madre hace 10 meses y las condiciones aquí son muy buenas, las leyes te protegen mucho", celebra Goretti Cabaleiro (Salceda de Caselas, 1985).

Estudió Económicas en el campus vigués y continuó su formación en la Carlos III de Madrid, donde cursó un máster y un doctorado que le permitió asistir a clases en Harvard, durante su etapa en Boston, además de estrenarse como docente con solo 23 años.

Y ésta es una de las facetas de las que más disfruta en la capital chilena, de hecho, durante dos años consecutivos ha sido distinguida como docente destacada del año: "Hay mucha desigualdad y nuestra universidad cumple un rol social importante porque ofrece posibilidades a estudiantes que vienen de colegios públicos, a los que no admiten en todos los campus. La mayoría de ellos serán la primera generación de profesionales en sus familias y acabas siendo también una especie de guía y consejera. Tenemos una relación estupenda y siento que agradecen el esfuerzo extra que hago para superar las diferencias culturales".

El sistema universitario chileno es uno de los más caros del mundo y, a pesar de las movilizaciones estudiantiles de 2011 y los actuales intentos de la presidenta Bachelet, la educación gratuita no existe. "No tienen las mismas oportunidades que yo disfruté en España para no pagar mis estudios. Aquí muchos jóvenes acaban sus carreras a los 23 años con deudas de 15.000 o 20.000 euros por los préstamos del Estado. Nadie se queda en la cafetería en lugar de ir a clase", compara.

La Alberto Hurtado es una institución privada pero el 80% de sus alumnos proceden de colegios públicos o concertados. "Tenemos que equipararlos con los que vienen de los privados porque hay muchas diferencias. Esto supone mas trabajo pero estoy muy satisfecha con esta labor", destaca.

Goretti gestiona sus clases con una metodología de aprendizaje-servicio para que sus alumnos apliquen los conocimientos a situaciones reales en empresas: "La información es cada vez más accesible a través de internet y otras fuentes, así que lo importante no es que retengan datos, sino que sean capaces de resolver problemas con ellos. De esta forma tendrán una intuición más desarrollada y serán más eficientes".

La economista salcedense, que también trabaja en la Universidad Europea de Madrid en Chile (IEDE) y como evaluadora en la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, participa en varios proyectos internacionales junto a expertos de las universidades de Santa Clara (EE UU), Copenhague, Esade de Barcelona y Carlos III de Madrid. Y en esta red también figura su exprofesor de la Universidad de Vigo Eduardo Giménez.

"En el mundo actual los cambios tecnológicos se producen a gran velocidad, sobre todo en ámbitos como la automatización o la inteligencia artificial, y muchas empresas recurren a la venta de su tecnología. A corto plazo tienen unos ingresos pero esta estrategia puede ser perjudicial con el tiempo e implicar una reducción de cuota de mercado. Mis estudios tratan de ver esos impactos. Es un campo apasionante, me motiva muchísimo", asegura.

Goretti está casada con otro salcedense, Gonzalo Fernández. "Llegué mes y medio antes que él pero nunca me sentí sola. Los chilenos son muy hospitalarios y hacen lo posible para que te sientas a gusto. Enseguida te preguntan acerca de tu vida y estableces vínculos más rápidos. Y al estar tan lejos de tu familia se agradece", reconoce.

También aplaude el humor con el que se toman los habituales temblores de la tierra en uno de los países más sísmicos del mundo. "Tienen una bebida bien fuerte cuyo nombre es Terremoto y a la que te tomas después le llaman Réplica. Te dan unas pautas nada más llegar a Chile que a mí me fueron muy bien pues a las pocas semanas ya viví un temblor de 6,4. Y gracias a las clases supe que no era tan grave como el de 2010. Todos los edificios están muy preparados. Después de otro sismo de 7,9 que me coincidió en el trabajo llegué a casa pensando qué habría pasado y solo se había caído una letra de madera. Nos fuimos a tomar algo después", recuerda entre risas.

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