"La reforma protestante fue, fundamentalmente, una revolución religiosa". Así lo aseguró ayer el teólogo y doctor en Filosofía y Letras Evis Luis Carballosa (Cuba, 1939) en la conferencia "La reforma protestante: su necesidad y su impacto en el mundo", que impartió ayer en el Club FARO y que se enmarca en los actos del 500 aniversario de la Reforma Protestante. "Si uno le pregunta a los historiadores católicos qué fue la reforma, dirán que una rebelión contra la autoridad de la Iglesia; si uno le pregunta a los historiadores marxistas, dirán que fue una revuelta económica; y si uno le pregunta a los historiadores seculares, dirán otra cosas. Pero la reforma protestante fue, fundamentalmente, un movimiento religioso", insistió el conferenciante, que fue presentado por Rosa González Gallego, licenciada en Geografía e Historia y profesora de secundaria en el IES Primeiro de Maio de Baiona.

Carballosa, hijo de emigrantes gallegos en Cuba y residente en Galicia desde hace años, comenzó repasando la historia de la iglesia Católica para explicar cuáles fueron los factores que impulsaron la reforma protestante de Lutero y Calvino, desgranó las principales doctrinas evangélicas del monje alemán y explicó el impacto que esta revolución religiosa supuso en el siglo XVI, hasta llegar a la actualidad.

"Quizá hoy la Iglesia esté necesitada de una nueva reforma. Quizá no igual que la que ocurrió en 1517, porque llovió mucho desde entonces, ha pasado en tiempo y las cosas han cambiado, pero necesitamos una reforma. Iglesias, congregaciones llamadas cristianas, evangélicas, están haciendo y practicando lo que se hacía y se practicaba en tiempos de Lutero: alejarse de las escrituras", comentó el que fue fundador y primer director del Instituto Bíblico y Seminario Teológico de España (IBSTE).

El teólogo aseguró que fue la inmoralidad de la Iglesia católica la que impulsó la reforma protestante, una reforma que se intentó hacer desde dentro en varios concilios, sin éxito. Esta inmoralidad, concretó, comenzó cuando la Iglesia se alejó de la palabra de Dios y los obispos, y después la figura del obispo de Roma, el Papa, fueron adquiriendo poder. "La caída del Imperio Romano de Occidente, en el año 476 de nuestra era, deja un vacío de autoridad que es ocupado por la autoridad eclesial. Y empieza a surgir la autoridad de los obispos y después aparece la figura del Papa. Pero, ¿fue esto lo que quiso Jesús cuando dijo: 'Sobre esta roca edificaré mi Iglesia'? ¿Quiso decir que esa roca era un hombre o una confesión?", preguntó a un Auditorio Municipal do Areal abarrotado de público.

Según el ponente, la Iglesia católica estaba cada vez más centrada en el poder de sus representantes y como organización que en la palabra de Dios. En este sentido, censuró el mercadeo con falsas reliquias que tanto sorprendió a Lutero en su primera visita al Vaticano y la venta de indulgencias que se puso en marcha para poder terminar la capilla Sixtina, adjudicándose, además, un poder de perdón que la iglesia no tiene. "Ni los sacerdotes ni el Papa tienen poder para perdonar los pecados. Solo Dios lo tiene", afirmó el orador. También recordó que en las escrituras tampoco aparece el purgatorio al que apelaba la Iglesia para conseguir más indulgencias. "Ni tampoco Dios era esa figura justiciera".

Este contexto prepara el terreno para que en el siglo XVI llegue la reforma evangélica, aunque recordó que antes hubo una larga lista de reformadores, que fueron perseguidos, condenados y, en ocasiones, ejecutados, por defender la vuelta una vuelta al mensaje del Evangelio de Jesús. Entre estos, destacó a Juan Hus, en Bohemia; Jerónimo Savanarota, en Italia, y, sobre todo, Juan Wycliffe y su grupo de seguidores, "los lolardos" en Inglaterra. "Los tres grandes hombres que fueron aislados, perseguidos y condenados", recalcó.

Precisamente a esta persecución a la que fueron sometidos los simpatizantes de la reforma atribuyó el teólogo el hecho de que esta no se hiciera realidad antes.

En cuanto a por qué sucedió en Alemania, explicó que fue porque Lutero contó con el apoyo de algunos políticos, lo que pudo facilitar que fuera en ese país donde surgiera finalmente la reforma. "Pero los reformadores no solo se ocuparon de la parte teológica, sino que se preocuparon también por problemas sociales, de las necesidades de los huérfanos, los pobres y las viudas", afirmó el invitado del Club FARO.