Su pasión por el cine le llevó a crear la Film Symphony Orchestra, FSO, con la que desde hace seis años recorre el país pertrechado de las mejores bandas sonoras y ataviado con una levita negra idéntica a la de Neo ( Keanu Reeves) en "Matrix". "El próximo paso -confiesa- será desprender a los músicos del frac". Constantino Martínez-Orts rompe con los cánones del director de música clásica y se encuadra en ese grupo de músicos que apuesta por romper la cuarta pared y hacer que la música clásica conecte con el público. "La La Land", "El Hombre de acero", "Titanic", "Up", "La Misión", "Pearl Harbour", "Bailando con lobos", "Tiburón", "Tombstone", "Éxodo" y "Casablanca", entre otros títulos, compondrán la banda sonora que la FSO subirá mañana (19.30 horas) al escenario del Auditorio Mar de Vigo.

-¿Qué criterios sigue a la hora de elegir el repertorio?

-Lo que intento es repetir lo mínimo posible y tener un repertorio renovado, en el que coexistan los grandes títulos de toda la vida con temas que son joyitas desconocidas. Y en base a esto, me pongo en la situación del espectador y me pregunto qué me gustaría escuchar y cómo me gustaría escucharlo. También le digo que tenemos unas redes sociales muy activas y nuestros fans no dejan de proponernos bandas sonoras. Hasta el punto de que en nuestros conciertos hemos puesto un panel, "El corcho de los deseos", donde invitamos a nuestros seguidores a qué nos digan qué les gustaría escuchar, e intento satisfacer todas esas inquietudes.

- ¿Y cómo surge FSO?

-Cuando acabé mis estudios de dirección de orquesta y composición en España, continúe mi formación en Gran Bretaña y Estados Unidos y me especialicé en composición para cine, que siempre fue mi pasión. Siempre percibí que en España se trataba como una música de segundo orden, como la hermana pequeña de la música clásica, mientras que en otros países se la trataba con respeto. Por eso, a mi regreso creé la FSO con el objeto de dignificar la música de cine y tratarla con el cariño y el respeto que se merece.

- ¿Cómo ha sido el camino?

-Difícil y sé que a mí me han hecho la cruz como director de orquesta muchos talibanes de la música clásica. Pero me da igual. Estoy haciendo lo que me gusta, lo disfruto muchísimo y estoy feliz de ver que de alguna manera hemos puesto la música de cine de moda en este país.

- ¿Ha mejorado esa imagen que se tenía de la música de cine?

-Yo creo que sí. La falta de conocimiento hace mucho daño. Por eso, mí me gusta contextualizar cada obra antes de interpretarla, hablar de la relación entre el director y el compositor, porque cuando empiezas a saber que los compositores de música de cine de los años 30 y 40 son exiliados del nazismo que trajeron ese sinfonismo posromántico europeo y la herencia de Madlër, Strauss y Wagner, y que componen una música que nada tiene que envidiar, ves las cosas de otra forma. Es cierto que la música de cine no está compuesta para concierto, pero cuando tienes compositores como Bernard Herrmann, tienes una música tan emocionante en un concierto como cualquiera otra. Plácido Domingo cantó todo género de música y decía que al final lo que hay es música buena y música mala.

-Dice que muchos puristas le han hecho la cruz, pero lo cierto es que la música clásica sigue sin atraer a la gente mientras usted llena.

-Se ha hecho mucho daño con determinados clichés que aún existen en torno a la música clásica y que la han alejado del gran público. Cuando dirigía clásica siempre veía el mismo tipo de público: mismo estatus y misma edad. Y me preguntaba dónde estaban los jóvenes, los niños, el público familiar. La música clásica necesita una revisión de muchas cuestiones porque si no, no le auguro un buen final. Y es una gran pena.