La vanidad es un sentimiento del que no se libra nadie. "Todos somos vanidosos en mayor o menor grado", afirmó Ignacio Morgado. Y no está mal serlo un poco, pero también puede ser letal. El neurocientífico aseguró que hay muchos colectivos especialmente vanidosos: políticos, actores, futbolistas. Y también los científicos, que en ningún caso deberían serlo, según su opinión. "¿Y saben por qué? Porque lo que logramos se lo debemos a lo que han hecho otros antes que nosotros. Por eso, muchos premios son injustos", sostuvo. Y puso como ejemplo el Nobel concedido por el descubrimiento del ADN a Watson, Crick y Wilkins, y que excluyó, sin embargo, a la científica inglesa Rosalind Franklin. "Fue su famosa Foto 51 la que impulsó ese descubrimiento. Sin embargo, ni siquiera la mencionaron porque cuando reogieron el premio ella ya había muerto", recordó.

La vanidad ha sido también otro desencadenante de conflictos bélicos. "Los nazis, creyéndose una raza superior influyeron mucho en la Segunda Guerra Mundial", dijo el autor de "Emociones corrosivas".

También habló de la culpa y de la vergüenza, "las menos malas" de las emociones corrosivas. "Ambas son reguladores sociales. Sentimos vergüenza cuando hemos hecho algo malo y sentimos que los demás nos devalúan, pero cuando manifestamos esa vergüenza los demás nos perdonan un poco y ya no nos sentimos ta mal", explicó.

Para concluir, dio algunas pautas para librarnos de estas emociones corrosivas. "Pregúntense qué ganan odiando o enviando. Nada. Humanicen al otro, no respondan al sentimiento y sobre todo: cultura, educación y lectura. Lean. La lectura es una de las cosas que nos hacen mejores", aconsejó.