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José Antonio Seoane Fernández: "La gente aquí siempre sonríe, excepto cuando ganó Trump"

El bioinformático ferrolano estudia el cáncer de mama en la prestigiosa Stanford (California) desde un enfoque computacional

El ferrolano José Antonio Seoane, en el campus de Stanford, en California.

Quiso ser ingeniero informático para resolver "problemas complejos" y, aunque creía que la biología no suponía uno de ellos, acabó "fascinado" ante el enorme reto que supone desentrañar las causas y factores que rodean al cáncer de mama. José Antonio Seoane (Ferrol, 1980) trabaja como investigador en la prestigiosa Universidad de Stanford (California) y forma parte de un gran consorcio norteamericano que trata de identificar el atlas del genoma de 33 tipos de esta enfermedad tras analizar los datos de 11.000 pacientes.

"Las técnicas tradicionales de estadística tienen limitaciones, pero el aprendizaje-máquina te ofrece la posibilidad de abordar en conjunto una gran cantidad de datos genómicos y asociarlos a información clínica para determinar qué tipos de cáncer hay o qué genes son más importantes. Y todas estas perspectivas ayudan a identificar las terapias más adecuadas", explica José Antonio, que durante su doctorado en la Universidad de A Coruña hizo estancias en Aveiro y Melbourne.

"Aquello me hizo ver los recursos y las metodologías que había fuera y, poco después de leer la tesis, me fui a Bristol, a un laboratorio de epidemiología genética. Debía entender el problema desde la perspectiva biológica para poder solucionarlo y aprendí muchísimo durante dos años", reconoce.

En Reino Unido empezó a estudiar el cáncer de mama y en 2014 llegó a la Universidad de California Sur para continuar su carrera, pero apenas pasó en Los Ángeles cuatro meses porque a su jefa, Christina Curtis, que acumula varios premios como joven investigadora emergente, la fichó Stanford. Y José Antonio volvió a hacer las maletas.

"Es un lugar estupendo para investigar. Hay gente de primer nivel, incluidos varios nobel, y todo el mundo está muy abierto a colaborar y compartir ideas. En España esto sería más difícil, igual que trabajar con la misma libertad que tengo dentro del grupo", compara.

José Antonio consiguió financiación de la Fundación Susan G. Komen para sus estudios. Y cuenta con la ayuda inestimable de tres mujeres que padecieron cáncer de mama: "Forman parte de manera altruista de todos los proyectos de investigación que respalda esta organización y te ofrecen una perspectiva muy interesante, te ayudan a estar centrado. Reciben formación para participar en las evaluaciones o hacerte sugerencias y es increíble el nivel que tienen. Son muy conscientes de lo mal que se pasa y lo útil que pueden ser estos estudios".

Y es que la lucha contra esta enfermedad requiere aunar esfuerzos. En el Atlas Genómico del Cáncer en el que colabora el bioinformático gallego participan 20 instituciones de EE UU y Canadá y se han generado 2,5 petabytes de datos -cada petabyte equivale al contenido de 212.000 DVD-.

José Antonio dice vivir en una isla dentro de EE UU. "California y Silicon Valley ya marcan diferencias y Stanford mucho más. El campus es muy internacional, la mayoría de los 'postdocs' somos extranjeros, y la gentes es muy abierta y siempre sonríe. Excepto cuando ganó Trump. Al día siguiente, todo eran caras largas", recuerda.

Le quedan dos años de financiación y después decidirá su futuro: "Pienso en volver desde que me fui, pero siendo realista no creo que la situación mejore en tan poco tiempo. A los políticos españoles nunca les ha interesado la investigación. En cambio, Portugal, a pesar de la crisis, mantuvo la financiación".

Otra diferencia de las sociedades anglosajonas es la obligación moral con la sociedad que sienten aquellos que han tenido éxito en la vida. En España, el dueño de Zara seguía recientemente el ejemplo: "Debería haber donado el dinero a fundaciones como la AECC. Facebook y Google invierten muchísimo en investigación y si comparas la cantidad de Amancio Ortega con la que destina Bill Gates resulta ínfima. Pero si él lo hace quizá otros se animen".

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