Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La vida entre mareas

"Nocturno", del gallego Álvaro F. Pulpeiro, retrata la rutina en un barco pesquero mientras espera en puerto

Un fotograma de "Nocturno. Fantasmas de mar en puerto", rodado en el puerto de Montevideo.

El viaje hasta Montevideo en busca del acta de defunción de su tatarabuelo, que falleció en una explosión de un barco en el puerto uruguayo, fue la excusa para adentrarse en las tripas del "Ilha Brava", un barco pesquero con bandera portuguesa capitaneado por un gallego, y retratar la vida a bordo durante las horas que está en puerto entre mareas. Durante 80 días a lo largo de dos años, el director gallego Álvaro F. Pulpeiro filmó a su tripulación para construir una figura del marino en abstracto, confrontada con la distancia del hogar, a través de una galería de gestos que pasan por la gran pantalla como las fotografías del álbum en un smartphone.

Con estas nasas construyó "Nocturno. Fantasmas de mar en puerto" (72', 2017), producido por A Cuarta Parede Films, su primer largometraje documental, que acaba de presentar en la Universidad de Nueva York y que competirá en el Festival Internacional de Cine de Gijón, que se celebra del 17 al 25 de noviembre. Lo hará dentro de la sección "Llendes", dedicada a obras que rompen con las fronteras entre géneros, donde opta además a los premios a la mejor película española y del público.

"Nocturno" es, asegura su director, "un dardo al espectador que busca reflejarse en el marino". "Llegar a puerto es confrontar una tierra que no es la tuya pero de la que emana el mismo olor a gasóleo y asfalto, árboles humedecidos por el orballo, supermercados repletos de alimentos, niños volviendo de la escuela... Todos ellos recuerdos que ahora mantienen atrapados en pantallas planas y mitigan manteniendo su rutina de trabajo intenso, rezos y protegidos por el barco, que no solo los cuida de las sacudidas del océano sino también de ese sentimiento de volver sin volver", explica Pulpeiro.

Para el director gallego, que actualmente reside en Bogotá (Colombia), este proyecto fue un ejercicio de humildad. "Los cineastas tienden a hinchar la dificultad de la aventura. Yo en este sentido sufrí un muy buen toque de humildad. Cuando yo propongo rodar en el barco, ya que tenía escrito un guion de casi 300 páginas; se ríen de mí, y hasta yo me río de mí mismo. La consciencia de lo que estaba haciendo era percibido como un capricho inútil, y compararlo con la vigorosidad y honestidad de un trabajo que mi cuerpo no resistiría fue lo más complicado", reconoce.

Lo que más le sorprendió de la vida a bordo entre mareas fue el "lenguaje roto" entre los marinos senegaleses e indonesios; los ambientes musicales, mezcla entre Bollywood y un tipo de dancehall senegalés, concreta; el estoicismo y los códigos de convivencia; la ternura dentro de la dureza; la religiosidad como forma de viajar sobre lo que sueñan amar; la comida; el brutal humor, y la generosidad. "Solo tengo respeto, siendo consciente de mi distancia, pero al mismo tiempo mi cercanía hacia un sentimiento que compartíamos y quizás era lo que nos unía y lo que me hizo querer retratarlo", asegura Pulpeiro, que prefiere hablar de "estar en" en vez de convivencia. "Uno solo convive si se encuentra en una relación de igualdad. Yo ahí no tenía rango y por lo tanto no tenía obligaciones", explica.

Álvaro P. Pulpeiro

"Los cineastas tienden a hinchar la dificultad de la aventura"

Compartir el artículo

stats