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GALLEGOS EN LA CIMA

Eva Mouriño Bustillo: "A los gallegos nos falta autoestima y nos sobra coraje"

Dirige en Dubai el área de Recursos Humanos de la multinacional RB tras ocupar el mismo cargo en AstraZeneca

Eva Mouriño Bustillo: "A los gallegos nos falta autoestima y nos sobra coraje"

Presume de "la fortaleza y los valores" impresos en el ADN de los gallegos y agradece la oportunidad de haber vivido experiencias con otras culturas que le han hecho "crecer como persona". Tras formarse en Ingeniería Industrial, Eva Mouriño (Ourense, 1970) dirigió el proyecto de una central hidráulica en Perú, un puesto que asumían muy pocas mujeres por entonces. Aparcó su carrera para tener a su primer hijo, continuó formándose y consiguió volver al mercado laboral como directora de talento de la multinacional farmacéutica AstraZeneca en España. En 2010 se marchó a Japón y, dos años después, a Dubai, donde actualmente es la responsable de Recursos Humanos para Oriente Medio y África de otra compañía global, Reckitt Benckiser (RB), que vende en más de 200 países productos de marcas tan reconocidas como AirWick, Nurofen, Durex o Woolite. Y en enero se mudará a Londres para iniciar un nuevo reto profesional.

"Llevo más de 20 años fuera de Galicia pero siento que es miña terra nai y creo que los gallegos deberíamos ser más conscientes de lo fuertes que somos. Nos falta autoestima y nos sobra coraje", reivindica esta profesional cuyo ámbito de responsabilidad en RB se extiende a una treintena de países.

Recuerda entre risas que le temblaban las piernas en el avión antes de hacerse cargo del área de Recursos Humanos de AstraZeneca en Japón, donde la farmacéutica suma más de 3.000 empleados. En el país nipón, de fuerte hegemonía masculina, recibió un premio de la empresa por un proyecto para la integración de las mujeres, un ámbito en el que ya trabajaba en España.

Y también vivió el "silencio aterrador" que rodeaba a la central de Fukushima tras el accidente nuclear de 2011. "Fui poco más de una semana después porque teníamos empleados allí y llegamos hasta la barrera, a 30 kilómetros. No se escuchaba nada y en ese momento empezó a llover. No vi la televisión hasta un mes después porque no necesitaba mayor impacto que aquel", comenta.

Eva aplaude la reacción de la población: "El patriotismo y la generosidad se impusieron al individualismo. Los ciudadanos del sur dejaban de consumir arroz porque sabían que lo necesitaban en el norte y solo compraban lo del día. Y las primeras tareas de limpieza de la central las realizaron ancianos para proteger a los jóvenes. Fue todo un aprendizaje".

Dos años después de llegar a Japón, la compañía le ofreció volver a Madrid o seguir su periplo por el extranjero en Londres o Dubai. Y eligió Emiratos. "Me llamaba mucho la atención para seguir trabajando en cuestiones de diversidad de género y he aprendido mucho más de lo que he aportado. En Europa las mujeres hicimos una revolución pero aquí existe la igualdad salarial y el gobierno tiene más mujeres que el de España y la Casa Blanca. Hay que viajar para romper con los paradigmas y tratar de entender otras realidades", defiende Eva, cuyos equipos han conseguido premios de diversidad de género en Arabia Saudí y Dubai, así como distinciones como mejor empresa para trabajar en Egipto, Sudáfrica, Turquía, Emiratos y Japón.

Frente a quienes tildan de artificial a la ciudad de los rascacielos y el lujo, ella la encuentra "inspiradora": "No se le puede criticar que apenas tenga historia. Nació hace 40 años en medio del desierto y a pesar de permanecer a 50ºC varios meses al año todo el mundo quiere venir aquí".

Eva está casada con otro gallego, el vigués Ignacio Ruiz, director gerente de una empresa catalana en Dubai. "Mi marido es un gran defensor de la carrera profesional de las mujeres y a Japón me fui sola con nuestros hijos, Tomás y Héctor. Fue una decisión difícil pero los dos hemos conseguido mantener nuestras trayectorias", destaca.

"He sido de las pocas mujeres que dirigían proyectos de centrales hidráulicas hace 20 años y de las primeras en comités de dirección de Japón y Emiratos. Creo sinceramente que lo que he conseguido es por mi ADN de mujer gallega. Somos peleonas, trabajadoras, incansables y sonrientes. Y me alegra lo que hemos conseguido para las siguientes generaciones", sostiene con orgullo.

Tampoco oculta su tristeza ante el conflicto catalán. "He tenido la suerte de tener sentados en la misma mesa de trabajo a iraníes con iraquíes, judíos con palestinos e indios con paquistaníes. El respeto y las ganas de aprender están por encima de las fronteras", reflexiona.

Eva y su familia disfrutan todos los veranos en Panxón: "En cuanto aterrizo en Vigo el olor de los árboles hace que me sienta en casa. Son los valores, las risas, el lenguaje corporal que entendemos". Y destaca la gran lección de todas sus vivencias: "No hay nada imposible. Cuanto más alto sueñes más experiencias vives. Y la única y mejor manera de aprender es enfrentarte a retos casi imposibles".

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