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Una Reina en blanco y negro

Doña Letizia convierte los Princesa de Asturias en un Hollywood dorado con su impresionante Varela de seda y Swarovskis de inspiración oriental

Una Reina en blanco y negro

Si Grace Kelly levantara la cabeza y viera el vestido que lució ayer la Reina en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, sentiría que su reinado como la monarca que mejor manejó las alfombras rojas en la historia corre peligro. Y eso que doña Letizia no es ni nunca ha sido actriz, y la alfombra que recorrió ayer para asistir a esta cita, en el teatro Campoamor, no era roja, sino azul. Pero nada de esto empañó su momento.

Desde que se bajó del coche oficial y puso un pie en el tejido azul, su impresionante vestido acaparó todos los flashes y disparó la ensoñación de las asistentes y de las que lo veían por televisión. Creado por su más fiel escudero, el diseñador Felipe Varela, el modelo, realizado en georgette de seda blanco y adornado con un bordado tipo enredadera y símbolos de la longevidad y garzas chinas, realizados en hilo y cristales de Swarovski negros; fusionó lo mejor de los años 50 (el corte a la cintura y una falda con vuelo a media pierna) con lo mejor del mundo oriental (la manga a medio hombro y el cuello tipo 'mao'). No era un photocall de los Oscar, ni el de un estreno de cine, ni el de una fiesta de grandes estrellas del papel 'couché'. Pero al mirar a doña Letizia ayer, Oviedo bien podría ser una escena de lo mejor del Hollywood de los años cincuenta.

Aunque no arriesgó en los colores, demostrando que la combinación blanco y negro sigue siendo infalible y acertada; sí lo hizo en la silueta. Muy ajustada en la cintura, con un cinturón de lentejuelas, para sacar el máximo partido a su figura; otra vez sin mangas, para mostrar sus torneados brazos, y con un vuelo llamativo, que dejaba ver la parte baja de sus piernas. Un diseño que bien podría ser el protagonista de cualquier foto analógica de una estrella de la época dorada de la meca del cine. La reina completó su estilismo con una cartera de raso, diseñada también por Varela, y unos salones de tacón fino y ligeramente acharolados de Magrit, otra de sus habituales firmas. En cuanto a las joyas, doña Letizia volvió a repetir los pendientes de oro blanco y diamantes negros de Grisogono, una pulsera de Cartier de oro blanco y diamantes inspirada en las columnas griegas, y el anillo de aro doble con pequeños diamantes verdes que se ha convertido en su favorito en los últimos eventos. Para el pelo escogió un recogido de inspiración años 20, con unas ondas al agua amplias en el flequillo. En el rostro, volvió a escoger un maquillaje sencillo, centrando el foco en la mirada, gracias a las sombras ocres y la máscara de pestañas negra; y en los labios, en los que aplicó un brillo natural de acabado rosado.

Por la mañana, en las audiencias con los premiados, que se realizaron en el Hotel de la Reconquista, doña Letizia volvió a demostrar que es una fiel seguidora de las tendencias y los desfiles de las grandes casas de moda. Como viene siendo ya habitual para esta cita, confió en la diseñadora venezolana Carolina Herrera, y en una de sus propuestas para el 2018, concretamente dentro de la colección crucero; pero evolucionado. Si la modista presentó un vestido largo, con manga amplia hasta el codo, cuello camisero y corte a la cintura, que enamoró a reinas del 'street style' como la modelo Karlie Kloss, que lo escogió para un acto en Nueva York el pasado verano; la Reina prefirió darle su propio "twist". Así, ayer la pudimos ver con un vestido de escote a la caja y de falda evasé hasta la rodilla, como manda el protocolo para un evento matutino; y con mangas largas semitransparentes, con unas lazadas en las muñecas para crear unas ligeras campanas. Un look romántico y primaveral, acorde con el sol que brilló durante toda la jornada en Oviedo, y que completó con unos salones de ante color Burdeos de Uterqüe.

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