La capital del Principado de Asturias, Oviedo, ha celebrado este viernes la trigésimo séptima ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, la cuarta de Felipe VI como Rey. Una gala con marcado carácter político que contó con la presencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y varias referencias a la legalidad y a la unidad de España.

Las gaitas entonando el himno de España y un sonoro aplauso sirvieron de arranque a la gala. A continuación se dio la bienvenida al escenario de los galardonados de este año: Les Luthiers en la categoría de Comunicación y Humanidades; William Kentridge (Artes); Hispanic Society of America (Cooperación Internacional); All Blacks (Deportes); Karem Armstrong (Ciencias Sociales); Adam Zagajewski (Letras); Rainer Weiss, Kip S. Thorne y Barry C. Barish y Laura candonati, en representación de la Colaboración Científica LIGO (Investigación Científica y Técnica); y el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en representación de la Unión Europea (Concordia). Las ovaciones se han ido sucediendo, primero con la entrada al teatro de Rajoy y, a continuación, con la de don Felipe y doña Letizia, que ha lucido un vestido de seda blanco bordo en hilo y cristal negro.

El grupo cómico Les Luthiers, distinguido con el Premio de Comunicación y Humanidades, se ganó fácilmente al público solo con su presencia, aunque uno de sus integrantes, Marcos Mundstock, se encargó de poner el toque de humor en su aguda y sarcástica intervención. "Nos habíamos llegado a encariñar con el hecho de ser candidatos. Ahora que nos han dado el premio, esperamos que nuestros amigos no se olviden de nosotros", dijo el humorista argentino. Mundstock incidió en que da igual de qué tipo de humor se trate, sea profesional o doméstico, más refinado o más burdo, oral, escrito o mímico, porque sea el que sea "mejora la vida, permite contemplar las cosas de una manera distinta, lúdica, pero sobre todo lúcida, a la cual no llegan otros mecanismos de la razón".

"El humorismo no depende de estar de buen humor o de mal humor, o de un humor de perros (que es cuando no movemos el rabo...). Hay gente que siempre está de buen humor pero es incapaz de entender un chiste. No importa, el sentido del humor se aprende y mejora con la práctica: nadie nace riendo", ha afirmado este humorista que en la década de los 60 empezó a leer la biografía del famoso compositor ficticio Johann Sebastian Mastropiero.

El poeta polaco Adam Zagajewski, premio de las Letras, abrió la ronda de intervenciones en su idioma natal. Combinó la crítica social, con la censura a la religión -"con excesiva frecuencia se alía con la extrema derecha"- y con su satisfacción por recibir un premio "invitado por una princesa". "No puedo salir de mi asombro", confesó.

Al margen del contenido político de la gala, el momento más plástico lo protagonizaron los "All Blacks", la célebre selección de rugby de Nueva Zelanda, que agradecieron el premio a los Deportes con la tradicional danza maorí, conocida como "haka". El Rey erigió a la selección como un ejemplo para los niños y jóvenes del mundo, además de poner en valor su "modélico" comportamiento.

De todos los premiados, Felipe VI se mostró "profundamente orgulloso" por dar realce a unos premios que este año cumplen su 37 edición. Hubo menciones elogiosas a la reina Sofía, presente en uno de los palcos, y al rey Juan Carlos. También a la princesa Leonor, de la que su padre dijo "tener muy presente", pero sobre la que aún se mantiene la incógnita de cuándo asistirá.