El catedrático Enrique Echeburúa participó en las Xornadas de Filolosofía que se desarrollan hasta el jueves en Vigo y acercó su visión sobre la importancia del bienestar emocional en la vida cotidiana.

-¿Cuál es el pilar más fuerte del bienestar emocional?

-Primero, uno tiene que aceptarse a sí mismo, con sus recursos, sus fortalezas y debilidades. Otro aspecto muy importante es el sentirse cómodo con los demás. Es decir, llevar una vida social, que no tiene que ser necesariamente numerosa, pero sí tener un grupo social de referencia y una persona con la que compartir emociones y sentimientos. Un tercer nivel clave es saber hacer frente a los problemas cotidianos, esforzarse para ser capaz de afrontarlos. Me refiero a problemas cotidianos normales, nada extraordinario. Porque cuando una persona es capaz de ocuparse de la educación de sus hijos, las dificultades laborales, la situación económica, la ocupación del tiempo libre... en esa misma medida esa persona sentirá bienestar emocional.

-Pero si por el contrario no somos capaces, nuestra frustración crece. ¿Exageramos los problemas?

-Es muy importante no poner todos los huevos en la misma cesta; es decir, que la satisfacción en la vida de una persona proceda de varios frentes distintos. Del trabajo, pero también de su familia, de sus relaciones sociales, de sus ambiciones, de sus actividades solidarias... Porque si falla una de ellas, tiene la compensación de las demás. Sin embargo, si monotemáticamente una persona se centra en un objetivo en la vida, que no le sale bien, es bastante probable que se pueda deprimir o encontrar mal.

- No hay recetas mágicas.

-Ser solidario ayuda. Porque hemos visto que las personas que se preocupan de los demás, que colaboran con una ong, asociación de vecinos, partido político, o actividad sindical, en la medida que se desvinculan de sus propios problemas y se sienten útiles para los demás, eso contribuye realmente a mejorar su autoestima y su bienestar personal.

-¿De qué padece más a nivel emocional esta sociedad 2.0?

-La sociedad actual tiene una serie de ventajas muy importantes. Hemos resuelto necesidades de épocas anteriores, tales como un cierto bienestar económico o la necesidad de subsistencia que ha empujado a tantas generaciones en Galicia a la emigración a América. Eso es positivo. También que, a diferencia de las sociedades anglosajonas, aquí siguen fuertes los vínculos familiares. Entre nosotros aún se ve una relación social y familiar que es un soporte importante para el bienestar emocional de la persona. Pero a nivel negativo, me preocupa el problema de la soledad. Me parece que no se le da mucha importancia a este punto, que se produce por el aumento de la esperanza de vida de la población. Eso quiere decir que muchas personas a las que fallece su pareja, y cuyos hijos por causas laborales ya no viven en la misma ciudad, se pueden encontrar solas. Me parece algo muy duro desde el punto de vista psicológico, que hay que aceptar.

-¿Qué más le preocupa?

-El consumismo desaforado que existe en ciertos sectores, la importancia que se da a lo material y la excesiva dedicación a la imagen física. Eso conlleva intereses comerciales a expensas de no prestar atención a los aspectos más nobles y más íntimos de la persona. Cómo se ha perdido la frontera entre lo íntimo, lo privado y lo público... Muchas redes sociales se han convertido en un patio de vecinos, donde una persona habla de cuestiones de las que solo hablaría con un amigo íntimo.

- Como experto, ¿qué tipo de 'síndrome de abstinencia' tienen las llamdas adicciones sin sustancia?

-Lo que caracteriza a una adicción, sea química o no, es la pérdida de control de la persona, que no es capaz de parar, y la interferencia grave en su vida cotidiana. Si esa persona empieza a preferir tener una relación online que una presencial con sus amigos, comienza a tener problemas con los estudios, se encierra en su habitación o ya no quiere comer con su familia, eso denota existencia de una adicción.

- ¿Qué observan en los estudios más recientes sobre la violencia de género en los más jóvenes?

-Se está haciendo una buena labor de prevención, pero todavía no ha calado en los jóvenes. Se ven actitudes machistas, menos acentuadas que en otras épocas, pero más sutiles y en forma de violencia psicológica o violencia de control. Aún tiene que pasar tiempo y hay que hacer una labor a nivel familiar, social y educativo, de forma que no se permita ningún tipo de transgresión en ese aspecto.