"Mi cabeza es un infierno". Cefaleas que no cesan ni por la noche, un dolor continuo desde la sien a los senos nasales e incluso vómitos. Es el cuadro clínico de María López, una paciente real que usa analgésicos "cada dos por tres" para combatir sus intensos dolores de cabeza. Nunca lo ha consultado al neurólogo porque cree que, como también ocurría a su tía, es un sufrimiento sin cura con el que ha de cargar cuando le acechan las crisis. Sin embargo, sí acude a su centro de salud esta semana por un fuerte dolor de lumbago. El caso de la pontevedresa María no es único: representa a casi la mitad de los cinco millones de afectados por migraña en España -unos 300.000 en Galicia- que se automedican con fármacos sin receta ante sus crisis de migraña.

Un 25% de los migrañosos nunca ha consultado su dolencia con el médico y cuatro de cada diez pacientes podrían estar sin diagnosticar, según los últimos datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que comunicó esta semana con motivo del Día europeo de acción contra la migraña. Además, los neurólogos de la SEN trabajan desde el mes de julio en un "atlas de la migraña", cuyos cuestionarios pueden verse en la web (www.midolordecabeza.org) en el que participan hospitales de toda España y coordina la Universidad de Sevilla.

Un millón y medio de españoles sufren migraña de forma crónica; es decir, experimentan dolor de cabeza más de 15 días al mes. Y esta patología afecta, según los últimos estudios, a aproximadamente a un 12,6% de la población.

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Aguantar el dolor o automedicarse con analgésicos (ibuprofeno, aspirina o paracetamol) no es la solución. De hecho, los neurólogos advierten de que consumir más de tres a la semana puede provocar que el dolor se cronifique. "Cuando una persona tiene ocho episodios al mes debería consultar con el especialista, sobre todo si aparecen en la edad adulta y acompañadas de otros síntomas neurálgicos, ya que es importante comprobar si realmente se trata de una migraña y decidir el tratamiento adecuado en cada caso", explica el doctor José María Prieto, presidente de la Sociedade Galega de Neuroloxía.

Sobre las causas que la desencadenan, aún pesan muchas incógnitas. Las crisis migrañosas pueden durar entre 4 y 72 horas y al dolor de cabeza se unen otros síntomas como las náuseas, hipersensibilidad a los estímulos sensitivos en forma de fotofobia, sonofobia e, incluso, intolerancia a ciertos olores. "Hay casos de mujeres que cuando entran en una perfumería se les desencadena el dolor: el estímulo llega al cerebro y se produce una respuesta anómala, aunque también puede deberse a que las arterias del cráneo se dilaten y ese latido produzca el dolor de cabeza", apuntan neurólogos.

Además, la migraña es una enfermedad muy incapacitante: más de un 70% de los pacientes presentan una discapacidad grave y un 14% una discapacidad moderada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la migraña como una de las diez principales causas de discapacidad.

"Sin embargo, a pesar de su prevalencia y de la discapacidad que provoca, continúa siendo una enfermedad mal tratada y poco diagnosticada", señala la coordinadora del Grupo de estudio de cefaleas de la SEN, Patricia Pozo Rosich.

La automedicación con analgésicos sin receta, unida a la falta de diagnóstico y tratamiento, así como a otros factores como el sobrepeso, la depresión o los trastornos de sueño, hace que, cada año, un 3% de los pacientes con migraña cronifiquen su enfermedad y que un 6% de los pacientes pase de tener una migraña episódica de baja frecuencia a una de alta frecuencia. Además, según el estudio Primera, realizado por el Grupo de estudio de cefaleas de la SEN sólo un 17% utiliza una medicación correcta para el tratamiento sintomático de las crisis de migraña.

Aunque que la migraña puede empezar a cualquier edad, incide sobre todo en la edad de mayor productividad personal y profesional, de los 25 a los 55 años, con el coste familiar y laboral que esto supone. El impacto económico anual estimado en nuestro país es de 1.838 millones de euros al año; el coste estimado por paciente activo es de 730 euros/año, perdiéndose aproximadamente 16,6 de días al año de trabajo, siendo estos costes indirectos mayores que los costes directos derivados por la enfermedad.