La feria Bread&Butter se ha convertido en la plataforma de moda urbana más importante de Europa. Este escaparate de tendencias ofrece desde desfiles, sesiones DJ, gastronomía, charlas y talleres y una experiencia interactiva así como lúdica fuera de lo común. Allí no mandan los tacones, sino las zapatillas de deporte.

En el apartado gastronómico, nueve establecimientos de restauración ofrecieron sus comidas en esta edición, celebrada los pasados días 1, 2 y 3. Entre los dos únicos extranjeros, el comandado por el chef de Singapur Chan Hon Meng, cuyo Hawker Chan se ha convertido en el primer puesto callejero del mundo en obtener una Estrella Michelín.

La segunda propuesta foránea en el Bread&Butter de Berlín fue la del chef gallego Iago Castrillón, copropietario desde 2015 del restaurante valenciano 2Estaciones, en Ruzafa, y que en Compostela había regentado el Acio, que consiguió en 2013 ser el Restaurante Revelación en la Madrid Fusión además de lograr una Estrella Michelín.

Desde Ruzafa, a través del teléfono, Castrillón aún paladea su estancia en la ciudad alemana. Hasta allí llevó unos 70 kilos de pulpo gallego que preparó al estilo tradicional, á feira. "Fue una gran experiencia. Estar en una feria tan importante de moda alternativa y comercial, música... Era una oportunidad que no podíamos dejar escapar. Llevamos tapas y raciones españolas entre las que serví pulpo á feira, así como arroces, patatas bravas, boquerones en vinagre?", señala.

A pesar de no haber cultura culinaria de comer pulpo en Berlín, este se agotó. Iago Castrillón confirma que siempre elige el de procedencia gallega para sus platos porque "tiene un sabor y calidad distinto. Su sabor es imbatible".

El chef oriundo de Lourenzá (Lugo) está convencido de que parte del éxito alcanzado en Berlín se debe también a su experiencia en el Portamérica. "Haber participado en este festival gallego me facilitó saber cómo llevar tapas a otros sitios sin complicarme para que todo el mundo pueda probarlo", añadió.

Desde el 2Estaciones de Valencia, reconoce estar "a gusto. No deja de ser una cocina con una barra y mesas. Es como estar en casa mientras los clientes ven cómo cocinamos", explica un cocinero nacido en 1979 que cada día se levanta para cocer el pan que trata de hacerlo "lo más gallego posible", con harina de la tierra y un saber heredado del negocio panadero familiar en Galicia. Al preguntarle si anhela la Estrella Michelín, responde que vive "tranquilo. Nunca me planteé ese objetivo; no me quita el sueño".