Juana Rivas, la madre de Maracena (Granada) que permanece desaparecida desde el pasado 26 de julio con sus dos hijos menores para evitar entregarlos a su progenitor, condenado en su día por maltrato y sobre quien pesa una orden de busca y captura precisamente por no hacer entrega de ellos, afirma que esconderse "es la única forma" a su alcance para proteger a sus hijos, "sus joyas más preciadas", de "la auténtica pesadilla de terror" a la que se están enfrentando.

"Cualquiera con mi historia, viviendo en una casa aislada en el campo a ocho kilómetros del único pueblo de una isla pequeña en un país que no es el mío, sin ningún familiar, trabajando con mi maltratador, viviendo en casa de mi maltratador, que controla todas mis entradas y salidas, con vecinos que me dicen que los trapos sucios se lavan en casa, no comenzaría una lucha legal sin apoyo ni recurso alguno". Así explica la demora en denunciar los malos tratos que presuntamente recibió por parte de su exmarido, el italiano Francesco Arcuri. Una situación que ha derivado en un complejo proceso judicial agravado después de que Rivas se diese a la fuga con sus dos hijos el pasado 26 de julio para no entregárselos a su exmarido.

La madre granadina, cuya causa recibió este lunes el apoyo de cientos de personas en una docena de concentraciones registradas en ciudades de toda España, relata en una misiva -fechada este lunes y hecha pública ayer junto a la primera foto que se difunde junto a sus hijos tras la controvertida huida- los presuntos malos tratos de los que acusa a su exmarido. "Me decía los peores insultos y me escupía a la cara delante de los niños", asegura la granadina, quien asegura: "Son infinitas las veces que en mi mente se reproducen las imágenes de mis hijos aterrorizados abrazándome en llantos inconsolables; no comprendían qué pasaba y sentían mucho miedo".

Las agresiones e insultos se sucedían en la vivienda familiar de Carloforte, en la isla italiana de Cerdeña, llegando incluso a afectar a los menores. "Mi hijo seguía a su padre cuando éste me encerraba para ver dónde escondía las llaves tanto de casas como del coche y él, pobrecito mío, en muchas ocasiones me las traía y me decía que me escapara", sostiene Juana Rivas. Una actitud que, asegura, habría movido a Arcuri a castigar a sus vástagos, con golpes o de otras maneras: "Un día Francesco dejó a nuestro hijo mayor encerrado fuera, en el campo, sin luz y con mucho frío durante dos horas que yo bajé al pueblo, algo que hacía para hacerme daño a mí, para que no saliera".

Estos presuntos malos tratos son los que la llevaron a denunciar a su exmarido nada más volver a España, hace un año, aunque el proceso judicial se ha dilatado de manera inesperada, algo que achaca a la ineficacia de los sucesivos jueces que han llevado su caso: "La denuncia de malos tratos, que tenía que haber llegado a Italia hace más de un año aún no ha salido de España", denuncia Rivas.